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domingo, 25 de abril de 2010

La legalización de la codicia

El concepto de corrupción es confuso y amplio porque en su sentido físico es aplicable a cualquier objeto, y en sus aspectos intelectual, sentimental, político, social y económico, al ser humano en general. No todos se venden por dinero. Las motivaciones de quienes caen en la corrupción a menudo van más allá de lo económico: la propia convicción, el odio o la venganza, pasando por intereses de cualquier orden, incluido el de favorecer a los suyos, pueden corromper a una persona. Tampoco existe una sola clase de corrupción, ya que puede ser ésta pública o privada, clásica o moderna, y afectar a instituciones o sectores del Estado o de la justicia, en sistemas democráticos o en dictaduras. Pero se trata esencialmente de un fenómeno generador de injusticia y desigualdad entre los ciudadanos y, por ende, de desconfianza: ante la falta de respuestas adecuadas por parte de quienes tendrían obligación de perseguir las prácticas corruptas y no lo hacen, se presume la corrupción del sistema.

...La corrupción política, de la mano de la económica, se traduce en una especie de privatización del Estado. Los servidores de este pasan a ser "dueños" de los servicios públicos en vez de gestores de los mismos. Cobra fuerza el concepto de patrimonialización de estos servicios en detrimento de la idea democrática de atención al ciudadano. Y se induce a este ciudadano, de manera forzosa, a creer en la inocuidad, o incluso en la bondad, del fenómeno. Baltasar Garzón sobre castigar la corrupción Link

El pueblo judío, por distintos motivos, tuvo que centrarse en la Diáspora en una serie de actividades, destacando especialmente las vinculadas a áreas intelectuales o de profesiones liberales. Y entre ellas, motivadas o favorecidas por determinadas prohibiciones religiosas, estaba la Banca.

Una actitud que se aprecia en el reciente y valiente libro de Fabian Spollansky La mafia judía en la Argentina(2008) es donde su autor les reclama a sionistas confesos como Eduardo Elsztain, el mayor terrateniente de Argentina, a su socio Marcelo Mindlin y al rabino Tzvi Grümblatt a quienes cuestiona diciendo: ¿Rebe, es de judíos hacerse millonarios en tan poco tiempo y hacerse dueños de la Argentina? Y ¿Rebe, es de judíos poner plata en todas las patas de las campañas políticas para estar bien con todos? .Desde nuestra ética varias veces milenaria no vamos a silenciar este abuso que nos hiere y nos humilla”.


El poder sionista en la Argentina

He elegido como única fuente de este agregado el libro “La mafia judía”, de Fabián Spollansky (Ed. Rubin, San Juan 2008), para evitar cualquier sospecha o acusación interesada de “antisemitismo”, ya que Spollansky es judío.

Según ese autor sanjuanino, en nuestro país el poder económico sionista también es muy importante, y comprende nada menos que a la petrolera YPF (virtualmente regalada a Enrique Eskenazy por la española Repsol, debido a las exigencias del gobierno del matrimonio Kirchner).

El otro pilar clave del poder sionista local es el inmenso grupo surgido de la nada que controlan Eduardo Elsztain (su jefe) y Marcos Marcelo Mindlin (a quien el diario Crítica de Jorge Lanata ha denunciado como uno de los principales lavadores de dinero, que operaba con el Banco JP Morgan).

El imperio económico y financiero de Elsztain y Mindlin

cuenta con la colaboración profesional y/o política de personajes cuyos nombres son bien conocidos entre nosotros. Ellos son: Mario Blejer (ex presidente del Banco Central durante 2002/2003 designado por Eduardo Duhalde, le otorgó al Banco Hipotecario de Elsztain y Mindlin un redescuento por 300 millones de dólares que, al momento de editarse el libro de Spollansky –2008-- aún no habían sido devueltos), el rabino Tzvi Grumblat (jefe espiritual en la Argentina de la secta religiosa fundamentalista Jabad Lubavitch, uno de cuyos “benefactores” notables es Elsztain), Roberto Apelbaum (“fue nombrado por Mauricio Macri en el Instituto de la Vivienda y sirvió de puente entre Elsztain y Macri”, en pág. 102), Andrés Borestein, Emilio Cárdenas (ex embajador de Menem en la ONU, menemista de paladar negro y luego síndico de IRSA), Juan Cavanagh, Esteban Conte Grand, Miguel Kigel (ex subsecretario del Ministerio de Economía y, a los pocos meses, presidente del Banco Hipotecario de Elsztain y Mindlin), Alfredo Mac Laughlin (secretario de Finanzas de Felisa Miceli, presidencia de Néstor Kirchner), Samuel Liberman, Julio Augusto Macchi (Bolsa de Comercio), Uriel O’Farrel, Martín Paolantonio, Abraham Perelman, Juan Carlos Quintana Terán, Pablo Espartaco Rojo (ex representante del Estado ante el Banco Hipotecario, y poco después director del mismo banco), Felisa Miceli (ex ministra de Economía y tesorera de las Madres de Plaza de Mayo), Gaset Waidatt, Sergio Soldati, Saúl Zang (titular de un Estudio Jurídico conectado al “establishment” y socio del Estudio Simpson,Thatcher y Bart Lett LLP de Nueva York), Marcelo Stubrin (socio de Elsztain, ex diputado nacional del radicalismo, “hizo de puente para la vinculación de la mafia Elsztain con la Coalición Cívica de Lilita Carrió, según denuncia del diputado Macaluse”, en pág 127), Arturo T. Acevedo, Jorge Aguado (ex gobernador de Buenos Aires durante la dictadura militar), Julio Aisenstein, Pablo Aladazábal, Jorge José Álvarez, Roberto Álvarez, Federico Braun, Jorge Brito (presidente de la Asociación de Bancos Privados de la República Argentina, destacado financista de las campañas políticas de Carlos Menem y actual banquero de confianza del matrimonio Kirchner), Enrique Bullrich (de la Cámara de Rematadores de la Bolsa), Horacio Fargosi (jurista), Guillermo Gainza Paz, Rodolfo García Piñeiro, Jorge A. Levy, Eduardo Santamarina, Adrián Werthein (Bolsa de Comercio, La Caja de ahorro y seguros, etc.), y dos centenares más de conocidos empresarios, abogados y economistas.

El grupo Elsztain-Mindlin domina en conjunto nada menos que el Banco Hipotecario Nacional (privatizado por Menem-Cavallo-Kigel-Rojo casi gratuitamente a favor del grupo) con sus decenas de empresas controladas, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires; las sociedades de Bolsa Dolfhind Fund, IFISA, Raymond James Argentina SA y APSA; el Banco de Crédito y Securitización, la Caja de Ahorro (hoy La Caja SA); los “shoppings” Alto Palermo, Abasto y Buenos Aires Design Center; los Talleres Rosario; los hoteles Holliday Inn, Intercontinental, Llao-Llao y el Libertador Kempinsky; los edificios Torre Telecom, Palacio Alcorta, Renault, “El Rulero” de Libertador y 9 de Julio, Prourban, Pirelli y muchos más en el centro de Buenos Aires y otras ciudades, que totalizan 1.681.900 metros cuadrados de construcción; las empresas de electricidad Citele, Edenor SA, Los Nihuiles SA, Diamante SA, Central Térmica Güemes SA, Powerco SA, Central Puerto SA, Pampa Energía SA y Transener SA; los grupos de inversión Inversora Nihuiles SA, Rental Farms SA, CAM SA, Cactus Feeders SA y Consultores ASSET Management SA.

La principal empresa del grupo Elsztain.-Mindlin es Cresud SA, propietaria, al año 2000, de 468.000 hectáreas en la pampa húmeda y 170.000 cabezas de ganado vacuno. En Brasil, asociada con Cyrela en la compañía Brazil Realty, poseía inversiones en “shopings” por 261 millones de dólares y se apresta a invertir en Goiás y el Matto Grosso. En Venezuela, asociada al grupo Valentini, invirtió 300 millones de dólares en inmuebles. Para todas estas inversiones George Soros les consiguió dinero en el mercado global de capitales.
A Eduardo Elsztain lo apoya desde Estados Unidos Edgard Bronfman, dueño de Seagram y de Universal, ex vicepresidente de Vivendi Universal, ex CEO de Warner Music Group y ex presidente del Congreso Judío Mundial del cual Elsztain es tesorero en la Argentina (nombrado por Bronfman).

Elsztain y Mindlin también están estrechamente vinculados con otros poderosos personajes norteamericanos, como:

- Sam Shell (socio en Cresud SA), de origen polaco, es uno de los mayores especuladores inmobiliarios de ese país donde posee 10 millones de metros cuadrados de oficinas y 225.000 departamentos. Tiene, a su vez, inversiones en Venezuela, Brasil y Chile, dos plantas eléctricas en China, una en Bangladesh y una en Filipinas.

- Michael Steindhart, fundador del fondo de cobertura Steindhart, Buena, Berkowitz & Co, que fue multado con 70 millones de dólares por el Departamento de Justicia por manipulaciones contra el Tesoro.

- George Soros fue el que puso todo el dinero para iniciar los negocios del grupo Elsztain-Mindlin. Hoy está separado, pues los dos socios argentinos citados lo hicieron a un lado.

En
la Argentina, tanto el grupo Eskenazy como el de Elsztain-Mindlin, tienen total apoyo del matrimonio Kirchner, al punto de que en muchos emprendimientos actúan como si fueran los testaferros del poder.

Continúo hoy con la descripción de los meandros por donde fluye el abundante y no siempre limpio dinero que financia las andanzas del sionismo en nuestro país.

El libro “La mafia judía en la Argentina”, del empresario y escritor sanjuanino Fabián Spollansky, es un verdadero suceso en la Feria del Libro en el año 2009. Fue editado en el año 2008 y ha tenido un importante avance en las ventas. Se trata de una investigación sólida, bien documentada. Su autor es un judío comprometido con su comunidad y con la lucha antimafia a escala mundial, a tal punto que los seguidores del famoso fiscal Ingroia de Sicilia (asesinado por la mafia) lo han contactado y le han hecho reportaje para la revista Antimafia Dos Mil como destacada figura de la lucha mundial para enfrentar el flagelo de las onorata societá y de cuantas como ella existan en diferentes lugares del mundo.

Pero hay algo más. Con una valentía inusual en estos tiempos, Fabián Spollansky fue a la asamblea del Banco Hipotecario SA, bastión del gang liderado por Sergio Eduardo Elsztain. Spollansky y otros dos accionistas reunían solamente 4.200 votos (1400 acciones), mientras que Elztain y los suyos pasaban los 2.250.000.000 votos. Pero Spollansky habló en la asamblea que reparte 1.850.000 pesos de premio para la inepta de la ex presidenta del BHSA, y mas de 10.000.000 de pesos para los directores y desnudó la verdad de lo que fue una horrenda privatización y una cadena de negocios que vinculan a la mafia judía de Elsztain, Mindlin y compañía (Zang, Bergel y Viñes, Esteban Paolantonio, Clarisa Lifsic de Estol, y tantos otros), con el menemismo y con el kirchnerismo del capitalismo de amigos o capitalismo diferente.

Sergio Eduardo Elsztain se va del país. Va a esconderse en Estados Unidos, la patria de su “paisano” Bernard Madoff, el delincuente financiero que ya está preso en Estados Unidos. Esa ha sido una de las hazañas de Fabián Spollansky, echarlo del país por lo menos corporalmente, porque sus negocios grandes están en la Argentina y en América Latina: es uno de los mas grandes acopiadores de soja y cereal.

Spollansky es un luchador incansable en defensa del judaísmo, contra los mafiosos que perjudican su comunidad y son fuente de antisemititismo dando argumentos a los reaccionarios y a los neonazis. El escritor y empresario sanjuanino sostiene que la colectividad judía tiene que liberarse de los mafiosos que han crecido en su interior, y de la secta Jabad Lubavitch, conducida por un amigo de Elsztain, el rabino Grumblat, secta que constituye la estructura de fundamentación ideológica de los Madoff y los Elsztain,

Spollansky está preparando la impugnación de
la Asamblea del Banco Hipotecario porque, habiendo dado pérdidas, no ha trepidado en repartirle 1,850 millón de pesos a Clarisa Lifsic de Estol (pantalla de Elsztain), y 10 millones y tal vez mas a miembros del directorio.

Hay que nacionalizar el Banco Hipotecario para terminar con otra de las manifestaciones del saqueo y la depredación que vienen del menemismo y han sido continuadas por el kirchnerismo.

El caso de Enrique Eskenazy

Además de la inigualable proeza de hacerse propietario del 25% de Repsol sin un centavo, Kirchner mediante, Eskenazy es el dueño visible del grupo constructor Petersen (ex Gotti, Petersen y Tool), que viene ganando casi todas las licitaciones de obras públicas en Santa Cruz desde la época en que Kirchner era su gobernador.

Con ese antecedente “bancario”, Menem y su gobernador sanjuanino (Escobar), en 1995 le entregaron a Eskenazy el Banco de San Juan privatizado. Como, con esa adquisición, Eskenazy ya era banquero…, Kirchner le dio el Banco de Santa Cruz (en 1997). Luego el mismo Kirchner, como presidente, se basó en esos dos módicos bancos de Eskenazy, para darle casi “manu militari” el más gordo Banco de Santa Fe. La línea técnica del Banco Central se opuso a esa operación pues los dos banquitos de Eskenazy no tenían ni el capital, ni los depósitos que justificaran tamaña entrega. Apretaron al Central desde
la Casa Rosada, y sus técnicos pusieron entonces como condición que el Banco de Santa Cruz se capitalizara o aumentara sus depósitos en al menos 31.000.000 de pesos-dólares. Al día siguiente, el gobierno de Santa Cruz puso un plazo fijo en el banco de Eskenazy por 31 millones de pesos-dólares…Poco después, Kirchner le otorgó a Eskenazy el Banco de Entre Ríos S.A., basado en que este mago de las finanzas (¡sin dinero y sin ayuda kirchnerista!) ya era dueño de tres bancos.

El incondicional y ciego apoyo de una parte del Socialismo al Sionismo, hace pensar en que ya han capitulado en lo que al decir de Talleyrand, “Algo peor que un crimen, un imperdonable error”.

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