.

martes, 24 de marzo de 2009

La comunidad judia. No olvidar

Política de la dirección comunitaria

Actualmente en el territorio argentino la población total asciende a 35.219.000, de la cual 230.000 es de origen judío. La comunidad judía de la Argentina es la más grande de América Latina. Hay 180.000 judíos en Buenos Aires, 20.000 en Rosario, y unos 9.000 en Córdoba. Ciudades como Santa Fe, La Plata, Bahía Blanca, Mendoza y Mar del Plata tiene una población judía de 4.000 cada una. Encontramos también judíos residiendo en áreas rurales. La mayoría de los judíos de la Argentina son ashkenazí, con raíces en Europa Central y Oriental. Cerca del 15% es Sefardí, descendientes de inmigrantes de España, Siria, Turquía y el norte de África. La DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) fue creada en 1935 y funcionaba en el quinto piso del edificio de la AMIA, en la calle Pasteur. Esta entidad constituye la institución política más importante, y representa a toda la comunidad y a todas las organizaciones ante las autoridades, su responsabilidad es salvaguardar los derechos de sus miembros. En 1945 se inaugura la AMIA, indiscutido órgano de referencia, en los aspectos sociales y culturales de la comunidad -o Kehilá- judía argentina. Allí también funcionan la Federación de Comunidades Judías de todo el país, se encarga de diversos servicios sociales como sepelios, biblioteca, los archivos de toda la inmigración judía en la Argentina desde 1907, planes comunitarios, y una bolsa de trabajo que se había transformado en la más importante de características privadas de América Latina, ya que no estaba limitada sólo a los integrantes de la comunidad. Durante la dictadura militar, la vida judía institucional se desarrollaba con absoluta normalidad, se inauguraron los conocidos countries Hebraica y Hacoaj, y el gobierno argentino mantenía cordiales relaciones oficiales con las instituciones judías argentinas. Igualmente buenas eran las relaciones con el Estado de Israel. Una de las pruebas de ello, es el mensaje de felicitaciones y augurios de prosperidad al titular de la DAIA, Dr. Nehemías Resnitzky con motivo de la celebración religiosa Rosh Hashaná, el año Nuevo del pueblo judío.Entre los relevamientos realizados encontramos otra prueba de la reciprocidad de buenas relaciones: en una reunión "muy cordial y muy clara" almorzaron en la Casa del Gobierno el Presidente de la Nación con un grupo de dignatarios eclesiásticos de distintos credos, entre ellos el rabino Shlomó Benhamú, representante de la Asociación Mutual Israelita Argentina. El diálogo se mantuvo en torno de la violencia en la República Argentina y "los esfuerzos que se harán desde distintas iglesias para erradicarla". También compartieron el "honor" representantes de la Iglesia Ortodoxa Rusa, de la comunidad islámica y otros credos.
Testimonio clave: Herman Schiller
Junto con estas galas existía también otra realidad muy destacable: como hemos adelantado, entre los 30 mil desaparecidos se hallan alrededor de 2 mil judíos argentinos . Para conocer la dinámica de la lucha que los familiares de los desaparecidos emprendieron durante el régimen, nos dirigimos a Herman Schiller, periodista y fundador del semanario "Nueva Presencia" (1977) y del Movimiento Judío por los Derechos Humanos (MJDH, 1982 junto al rabino Marshall Meyer), autor del libro "Momentos de luchas populares" (2005) y de numerosos artículos, conductor del programa "Leña al fuego" en la Radio de la Ciudad. "Soy argentino, judío y marxista", repite Herman Schiller su definición en el libro "Momentos de luchas populares". Y agrega, haciendo hincapié en sus diferencias con lo que él denomina "judaísmo oficial": "Para mí los desaparecidos son mis compañeros de lucha. En cambio para el judaísmo oficial, especialmente para sus sectores dirigentes, los desaparecidos eran terroristas que estaban en la vereda opuesta de su causa. Para mí todos los desaparecidos judíos, que entregaron su vida generosamente, y aunque no lo supieran o dijeran lo contrario, estaban mil veces más cerca de las utopías de justicia social de los antiguos profetas de Israel que los corruptos burgueses que siempre condujeron las instituciones judías. Los desaparecidos, en su gran mayoría, eran militantes populares que buscaron respuesta a sus inquietudes sociales fuera del judaísmo, porque esas respuestas nunca las hubieron podido encontrar dentro del clima reaccionario del ámbito judío".El periodista, luego de marcar una vez más la necesidad de forjar un nuevo espacio político que, a partir de la identidad judía, luche por los derechos humanos y el socialismo, señala:"No es una tarea fácil ahora, con condiciones objetivas dramáticamente difíciles, y tampoco lo era entonces. En ambas trincheras. En la DAIA nos decían -ustedes son cómplices de los subversivos y terroristas. Y en el campo de los luchadores no judíos, obnubilados por viejos prejuicios, tampoco nos aceptaban: -Ustedes, siempre géticos, haciendo movimientos aparte. ¿Por qué no se integran?""Yo les contestaba - recuerda Schiller - hay un movimiento de estudiantes de psicología por los derechos humanos. ¿Por qué hacen rancho aparte? Porque tienen la necesidad de luchar por lo mismo que luchan ustedes, pero desde su propia identidad. También hay un movimiento peronista por los derechos humanos. ¿Y por qué los peronistas se encerraron en un gueto y no se integraron a las demás organizaciones? Porque legítimamente tienen la necesidad de hacerlo desde su propia identidad, máxime teniendo en cuenta la enorme cantidad de peronistas desaparecidos por la dictadura. Bueno, nosotros también tenemos la necesidad de luchar desde nuestra propia especificidad, sobre todo después del ensañamiento particular que los militares cometieron con los judíos".Con respecto a este feroz antisemitismo revelado por los represores en los campos de detención, Schiller explica:"Participé en 1999 de la delegación que fue a Madrid a testimoniar ante el juez Baltasar Garzón sobre el tema de los desaparecidos judíos y la ideología nazi de los militares. Llevé ocho voluminosas carpetas con numerosos testimonios que documentaron el ensañamiento diferenciado sufrido por los judíos. Por ejemplo, Mario Villani, que estuvo preso en varios campos, fue particularmente detallista en señalar el odio que se volcaba hacia los judíos en la tortura y la humillación; y, además, la imposibilidad de que los judíos pudieran sobrevivir a semejante infierno".Y Schiller señala otro ejemplo:"Hay un caso que me parece muy valioso. Es el de Chacho Vázquez, que es un ex desaparecido. Además de él mismo, desaparecieron un hijo y una hija de él. Él y su hija sobrevivieron, el hijo nunca apareció. A pesar de su drama personal, Chacho Vázquez escribió un poema titulado Lejaim (una expresión en idioma hebreo que significa salud) dedicado al amigo judío de su hijo no judío desaparecido. Ese poema narra de qué modo los judíos recibían el doble o el triple de castigo en los campos de concentración". En su larga exposición Schiller agrega un dato significativo:"En la tortura se solía preguntarles a los judíos qué tipo de instrucción recibieron de los líderes judíos. Y, si por casualidad, alguno de los torturados había estado antes en Israel, se les preguntaba -¿Cómo se instruye a los guerrilleros en el kibutz?".Y, en este tema, destaca un nuevo ejemplo:"El plural en hebreo de la palabra kibutz es kibutzim. El no judío, correctamente, hace el plural en castellano y no dice kibutzim, sino los kibutz. Bueno, un sobreviviente me contó que los torturadores preguntaban sobre los kibutzim y no sobre los kibutz, lo que demuestra no sólo el conocimiento idiomático, sino también de toda la dinámica interna de la comunidad judía".Según Schiller la necesidad de la dirección judía de ser "condescendientes con el poder de turno", llevó a los organismos rectores de la comunidad a disolver la Juventud Sionista Socialista (JSS), una federación de movimientos juveniles judíos de izquierda que, en lo externo, participaban asiduamente en la calle no judía (por ejemplo, estuvieron presentes con una columna numerosa en la gigantesca movilización de repudio el golpe de Pinochet) y, en lo interno, habían jugado un papel muy crítico con respecto a la política desarrollada por los dirigentes."Desde el primer día -enfatiza Schiller- la complicidad de la dirección comunitaria con el régimen militar se hizo evidente y fue creciendo con el correr de los días�. Sobre esta necesidad de granjearse la simpatía de los que habían asaltado el poder, Schiller recuerda que "hay anécdotas que si no fueran dramáticas serían cómicas. Había un movimiento juvenil sionista llamado Dror. Ese movimiento editaba un periódico que era, políticamente, absolutamente inocuo, sólo se dedicaba a transmitir noticias de sus actividades específicas o de lo que ocurría en Israel. En una palabra, no había nada en esa publicación que pudiera molestar a los militares. Pero las autoridades de la Organización Sionista Argentina decidieron quemar todos los ejemplares en su sede de Lavalle 1718. ¿Y por qué tomaron semejante decisión? Sólo porque la publicación se llamaba Halojem, que en hebreo quiere decir el combatiente; y los temerosos dirigentes comunitarios judíos pensaron que, a lo mejor, los militares podían confundir Halojem con El Combatiente, que era el órgano del PRT - ERP.Otro ejemplo: "En Vicente López, sobre la Avenida Libertador, apenas a algunos metros de la Avenida General Paz, hay una institución judía llamada CASA (Club Atlético Sefaradí Argentino). Y bien, como los militares, en el ámbito universitario estaban revelando desde el principio un particular ensañamiento con todo lo que tuviera que ver con la psicología y el psicoanálisis (a las que consideraban "ciencias subversivas y comunistas"), los dirigentes del CASA resolvieron expulsar a todos los psicólogos que trabajaban en la institución, porque -según lo señaló uno de ellos- les transmitían a nuestras esposas cosas que ni siquiera hablaban con nosotros"."Esta actitud aberrante", destaca Schiller, "la conocí, porque obviamente los psicólogos vinieron a Nueva Presencia a formular la denuncia. Y, por supuesto, enseguida CASA retiró el aviso que publicaban allí. Y ese fue uno de los primeros choques que tuve con los propietarios del periódico que, de malas ganas, aceptaban la orientación de Nueva Presencia, porque había generado una enorme cantidad de lectores y era muy buen negocio para ellos, pero no estaban dispuestos a que muchos valiosos avisadores (como el Club Atlético Sefaradí Argentino y el Banco Mayo) retiraran sus avisos, porque les irritaba la línea periodística. Estos tires y aflojes se prolongaron por muchos años y lo que impidió que el semanario dejara de aparecer fue que yo era el único redactor rentado, con un muy bajo sueldo, lo que hizo que la empresa ganara mucho dinero".Schiller es también muy crítico con respecto al papel de Israel en esos días y nos entrega nuevos datos:"Durante sus pasos por Buenos Aires, hace algunos años, el notable intelectual judío José A. Itzigsohn, que se radicó en Israel al principio de la dictadura argentina, expresó en una reunión que se hizo en la sede del periódico Nueva Sión: La política internacional de Israel, por realpolitik, muchas veces se contradice con la lucha por justicia". Aquí es donde Schiller destaca que la actitud de Israel con respecto a la dictadura "fue francamente ambivalente";:"En 1983- explica-cuando la dictadura ya se estaba retirando, un policía represor, Peregrino Fernández, declaró ante dos intelectuales argentinos (Vicente Zito Lema y Eduardo Luís Duhalde, actual secretario de Derechos Humanos del gobierno de Kirchner) algunos de los aspectos más siniestros que tuvo la represión. Entre otras cosas señaló que el primer consejero de la embajada de Israel en Buenos Aires durante el gobierno militar, Herzl Invar, les daba "instrucciones antisubversivas" a los represores. Cuando este dato se hizo público, los familiares de desaparecidos judíos se dirigieron a la embajada de Israel para que ratifiquen o rectifiquen la afirmación del policía. Nunca hubo una respuesta". Otro hecho que debe destacarse es la venta de armas al régimen militar por parte de Israel:"En 1999, cuando fui a testimoniar ante el juez Garzón, el Partido Meretz (Socialista) de Israel me invitó a que participara en distintas actividades en ese país para transmitir mis experiencias y opiniones. Cuando hablé en la Universidad Hebrea de Jerusalem, el ex consejero de la embajada israelí en Buenos Aires Alex Ben Tzví, trató de subestimar mis acusaciones respondiendo que no hay que exagerar el tema de la venta de armas israelíes a los militares, porque, después de todo, en esos años Israel vendió a Argentina solamente el 13 por ciento de las necesidades armamentísticas argentinas"."Fue -subrayó Schiller- al menos para mí, la primera vez que un funcionario israelí admitió públicamente que Israel había sido uno de los surtidores de pertrechos bélicos de la dictadura".Y agregó: "Una madre judía, Renée Epelbaum, que tenía a sus tres hijos desaparecidos, acuñó una frase que después fue muchas veces repetida por otras madres: No quisiera enterarme que a mis hijos judíos los mataron con armas israelíes".

El papel israelí
En el proceso de evaluación de las notas de los periódicos de la época nos encontramos con un artículo, de un tipo bastante común en aquel entonces, donde el gobierno argentino niega todo comentario sobre el incumplimiento de los derechos humanos en el país. Por ejemplo, al regresar de los EE.UU., el General Viola participó de una reunión de prensa en Ezeiza, y a la pregunta de un periodista alemán sobre la cuestión de los derechos humanos en la política exterior e interior de la Argentina, Viola respondió diciendo "que nadie más interesado que el gobierno y el pueblo de mi país en borrar cualquier sensación de violación de los derechos humanos". Ahora, no es sorprendente que el propio gobierno cívico-militar niegue la violación de los derechos humanos durante su gobernación, lo que sí es desconcertante es que en plena dictadura militar el presidente de la comunidad argentina desmienta el antisemitismo militar.

Todavía por 1976, el diputado del Frente de Izquierda Meretz, Iosi Sarid, denunciaba el silencio israelí frente a la violación de los derechos humanos bajo la Dictadura en la Argentina, encontrando la razón del silenciamiento en mantener las buenas relaciones y buenos negocios.

Aún hoy el tema del profundo debate en el seno de la comunidad judía sigue siendo el rol de las instituciones que representan a la comunidad judía en Argentina, y particularmente la DAIA, durante la última dictadura militar. Siendo el catolicismo la religión hegemónica y predominante de la sociedad argentina, también tuvo su papel predominante durante la última dictadura militar, no sólo apoyó abiertamente la instalación de las Fuerzas Armadas en el poder, sino que también participó activamente en la lucha contra la "subversión". En el año 1999 las organizaciones de familiares de desaparecidos tenían como un objetivo prioritario incorporar a Israel a la lucha internacional que se desarrollaba en ese entonces en Europa para obtener la extradición de militares argentinos que habían actuado en la represión y someterlos a juicio. En el 2001 se creó la Comisión Interministerial, para la Cuestión de los Desaparecidos Judíos en la Argentina principalmente como respuesta a la gestión del Dr. Marcos Wainstein y otras decenas de personas. El informe que emitió la Comisión fue calificado como "tibio y decepcionante, no incluye casi nada de los que esperábamos, y todo lo que incluye es completamente neutro". El Dr. Mauricio Brodsky, padre de Fernando, desaparecido, concluye que lo fundamental es la falta de autocrítica por la forma en la cual el Estado de Israel y su Embajada en la Argentina se desempeñaron durante la dictadura. "Nosotros", continúa, "y otras familias judías golpeamos en ese entonces la puerta de la embajada y fuimos siempre rechazados. Pensé que a través del Informe podríamos comprender las razones, si se trataba de una política dictada desde Israel, o si así se había resuelto en la Embajada, y si estaba relacionado con las relaciones políticas y de otras clases entre ambos países. Al respecto, no hallé ninguna respuesta". A fin de agosto de 2005, MJDH rechazó el premio que la DAIA le otorgaba a los movimientos por su labor de la defensa de las libertades durante la dictadura miliar. Resels fundamento este rechazo a tal distinción señalando la solicitada firmada por la DAIA, la AMIA y la OSA durante el régimen que acusaba al Movimiento de favorecer al antisemitismo por realizar un acto en conjunto con las Madres de la Plaza de Mayo. También trajeron a la memoria a los 30 mil desaparecidos entre los cuales 2 mil fueron judíos "mientras el Estado de Israel se concentraba en venderles armas a los militares".
Mario H. Gorenstein, el Presidente de la DAIA, llegó a decir por lo menos dos veces que a la Comunidad judía le convienen más los gobiernos de facto que los gobiernos constitucionales "porque estos últimos controlan mejor el antisemitismo y el antisionismo".

El rabino Marshall Meyer, Timerman, el periodista Herman Schiller, entre otros encabezaban la lista compuesta por los familiares de los desaparecidos que incesantemente criticó la pasividad demostrada, durante la última dictadura militar por parte de las instituciones que representan a la comunidad judía en la Argentina. De hecho, las palabras de reproche ante la pasividad y silencio no encontraron un interlocutor dispuesto a responder con la responsabilidad propia de una institución. El mismo Pinjas Aviv, Cónsul israelí en Buenos Aires entre los años 78 y 80, admitió en un reportaje de la Página/12 que pese a que se quiso ayudar a los familiares de desaparecidos, "la política llevada adelante en estos años no fue la más adecuada". En 2001 se creó, como consecuencia de las presiones de organismos de DD.HH. y de familiares de desaparecidos judíos, una Comisión Interministerial, encabezada por el propio Pinjas Aviv y compuesta por altos directivos de la Cancillería, del Ministerio de Justicia, y entre otros, por los familiares de las víctimas que viven en Argentina o en Israel. Aviv habla del "perfil bajo" asumido por el Estado de Israel durante la dictadura militar, justificando que este perfil se debía a la presión ejercida por la dirigencia de la comunidad judía en Buenos Aires. Con la misión de echar luz sobre su accionar y su responsabilidad en el marco del gobierno cívico-militar, la DAIA creó el "Inventario del archivo histórico sobre el rol de la DAIA frente a la Dictadura Militar (1976-1983)". También hubo un trabajo llevado adelante por la misma entidad, pero quedó trunco."Hace unos diez años, o quizás más, una historiadora muy seria como Beatriz Gurevich, fue encargada por la DAIA para realizar la investigación sobre ese período y los judíos. Esta profesional trabajó en serio y, como su investigación estaba revelando nítidamente el papel nefasto de la comunidad judía en esos años aciagos, las decenas de casetes que grabó desaparecieron. Hay versiones que dicen que estos casetes están en Israel; otras, que fueron destruidos. Lo cierto es que ya no están más aquí y esto es la pauta de la falta de intención de las autoridades comunitarias judías de llegar a la verdad" (Herman Schiller).La defensa de los derechos humanos. El régimen autoritario puso en plan un siniestro sistema represivo que utilizaba, para alcanzar sus fines la intimidación, la tortura, la muerte y la desaparición de personas, que representaba la violación organizada y sistemática de los derechos fundamentales del hombre.El sistema de detención-desaparición sistemática de personas, operaba para llevar adelante sus objetivos, eran llevados a cabo para someter al individuo al mayor aislamiento y lograr, así, segregarlos de su vida pública y privada. El detenido-desaparecido fue privado de todo amparo legal y de defensa, siendo sometido a las más crueles vejaciones de sus captores-torturadores.
Un aire de dignidad
El silencio fue la actitud asumida por referentes de la sociedad civil, por la cúpula de la Iglesia Católica, buena parte de la dirigencia sindical y de los dirigentes opositores, como vemos, también podemos agregar a la dirigencia de la comunidad judía. Solamente se comenzó a tomar una actitud de oposición frontal crítica, fundamentalmente, con los nuevos grupos que se han ido organizando como organismos de derechos humanos, ellos operaron un cambio radical en el silencio sacramental que impuso la dictadura militar. Esta lucha por los derechos humanos "interpeló los fundamentos del orden autoritario y permitió montar un nuevo escenario que organizó una relación diferente entre derechos humanos y política" .El Movimiento Judío por los Derechos Humanos (MJDH) se establece en el año 1982, y junto con las Madres de Plaza de Mayo y otros organismos fueron delimitando un espacio político, de está forma nos lo relata Schiller:"La base del movimiento fueron las madres de los desaparecidos. Yo me acuerdo una reunión de 200 a 300 madres o más también, era multitudinaria, la mayoría eran familiares de los desaparecidos. Era un organismo más que la Asamblea Permanente, y tardó en ser reconocido"Y destaca la necesidad de crear un movimiento propiamente judío:"Los familiares de desaparecidos no tenían lugar. Máxime cuando no encuentran su lugar como judíos en las organizaciones no judías, estas es una de las razones por las que se creó el Movimiento Judío por los Derechos Humanos (MJDH)".

No hay comentarios: