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martes, 24 de marzo de 2009

El apoyo exterior. No olvidar

Hubo una época en la que los argentinos no podíamos elegir. No había candidatos, ni partidos políticos, ni opiniones diferentes. Hubo una época muy distinta a ésta, que vale la pena que conozcas......
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial El enemigo aglutinante que irán imponiendo los aparatos ideológicos dominantes será un fantasmagórico "comunismo", cuyo centro tenebroso estará en la construcción socialista encarnada en la URSS, que acaba de vencer a la Alemania nazi. Dicho triunfo potenció fuertes adhesiones entre los militantes de izquierda de todo el mundo, en un mundo cada vez más nítidamente bipolar. A su vez, es innegable la influencia militar de los Estados Unidos en las fuerzas armadas latinoamericanas para fortalecer sus intereses hegemónicos en el plano económico-político. Las dictaduras latinoamericanas, representan un fenómeno complejo en el que se entremezclan factores nacionales e internacionales. Es necesario aclarar que para explicar tales fenómenos no basta con el determinismo cultural o la manipulación extranjera, sino que es necesario verlas como fenómenos históricos que reflejan las configuraciones sociales, políticas y económicas del mundo.
En la Argentina el accionar creciente del lopezreguismo, la Triple A y la guerra desatada desde la derecha peronista contra "los que pugnaban para darle contenido transformador a la etapa populista", en la puerta del pronunciamiento militar de 1976, suavizo la entrada de un "clima" acorde a la instalación de un gobierno militar dictatorial
; si a ello le sumamos varias décadas de autoritarismo, podemos explicar las razones por las que un sector de la sociedad pasó a considerar "que solo la marcha de bayonetas hacia la Casa Rosada podía frenar el caos y la acefalía gubernamental". El 24 marzo de 1976 el poder en la Argentina cae en manos del militarismo conservador que buscaba imponer un plan de reforma económica y de disciplinamiento social, su misión era reorganizar el Estado ante el argumento de "caos económico y social", y el peligro de la "subversión terrorista". Se instaura un régimen de características pretorianas , a partir de una intervención militar legitimada por amplios sectores de la opinión pública. Este papel transformó tanto al Estado como a las Fuerzas Armadas, que durante décadas se fueron constituyendo en una fuerza política. En efecto, Hugo Quiroga define al "pretorianismo como la aceptación de la participación de los militares en la esfera política ", que resulta de esta particular relación que se fue moldeado con las sucesivas intervenciones militares, una cultura entre militares y civiles que abría paso a la aceptación de la politización de las Fuerzas Armadas y su participación en la política institucional, asentado en una débil confianza en la democracia, propia de una fragilidad crónica del poder civil.En esta misma dirección, en el ensayo de Guillermo O´Donell, se describe cómo operó un mecanismo en la sociedad argentina, que más allá de la política autoritaria del gobierno, éste no hubiese bastado para lograr un control tan prolijo y detallado del comportamiento social, aunque existiese un verdadero "pathos" autoritario, "para que eso ocurriera hubo una sociedad que se patrulló a sí misma que, sin necesidad oficial alguna, simplemente porque quería (...) porque aceptaban la propuesta de ese orden que el régimen les proponía ".Desde una retrospectiva histórica, para lograr un mayor entendimiento del autoritarismo en Latinoamérica, se puede registrar no como una irrupción sino como una reacción a un proceso de larga data , la principal característica de este modelo autoritario es la violación sistemática de los derechos humanos que lejos de ser repudiados, se recibieron hasta con alivio y ansias de orden. El régimen autoritario recibía cierto apoyo, cambiaba miedos por cierta seguridad, "se apropia de los miedos existentes idiologizándolos: miedo al "caos", al demonizado "comunismo". El miedo a la amenaza externa es reinterpretado en un miedo al enemigo interno". A su vez la represión fue ejemplificante, visible e invisible, el enemigo aparecía con características "monstruosas, radicalmente ajeno a la esencia del ser nacional y que podía estar en todas partes" .El tema principal del régimen militar, que se destaca en los medios de comunicación, es "corregir el desorden heredado, sanear las finanzas, disciplinar un cuerpo social afectado por las anomalías y luego sí convocar a la ciudadanía para elegir sus autoridades". Se hablaba sobre la importancia del "esfuerzo reordenador" del régimen que sólo será posible en medio de la indisciplina y de la disolución social (Clarín 1976).
Nunca las fuerzas armadas pueden dar un golpe de Estado solas, necesitaron del apoyo y la complicidad de sectores civiles, de empresarios, de sectores de la iglesia, de su silencio también cómplice y del apoyo exterior.
No podemos olvidar que más de 80 mil militares de toda América Latina, fueron formados en la Escuela de las Américas en Panamá y en las Academias Militares de EE.UU. fueron quienes aplicaron la Doctrina de la Seguridad Nacional, y el Operativo Cóndor, esa internacional del terror que extendió sus tentáculos hacia Europa y EE.UU. para cobrar sus víctimas. Recién después de 28 años, se puede vislumbrar una esperanza que permita ir cicatrizando las heridas de la sociedad. El actual gobierno que preside el presidente Kirchner está dando pasos significativos en la política de derechos humanos, en restablecer la justicia, superando la impunidad jurídica que gobiernos que le precedieron trataron de ocultar detrás de leyes injustas e inmorales, como también beneficiando con los indultos a los responsables de graves violaciones de los derechos humanos.
Las fuerzas armadas cargan con la responsabilidad de ser los brazos ejecutores de la barbarie desatada contra el pueblo. Los cerebros del plan siniestro aplicado en Argentina y toda América Latina, las transformaron en tropas de ocupación del propio pueblo y alteraron su verdadera función: la de estar al servicio del pueblo y ser defensores de la soberanía y la libertad. Apuntaron a imponer un modelo político, económico, cultural basado en la Doctrina de la Seguridad Nacional, impuesta desde Washington con alto costo en vidas y la destrucción de la capacidad productiva del país, beneficiando a grandes empresas que se enriquecieron, varias de ellas transnacionales, como Ford y Mercedes Benz, responsables de entregar a sus trabajadores en manos de los represores y mantener en sus plantas fabriles destacamentos militares.

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