Era una vez un sapo que se había caido en un pozo. Había en el lugar, otros dos sapos mas. Este sapo ni bien cayo comenzo a saltar, y otro comenzo a imitarlo. Pero como el tercer sapo no creía que pudieran salir de aquel lugar, lo que más se escuchaba era: ¡Qué pena! NO lo van a conseguir, no lo van a conseguir...
El segundo sapo que ya estaba en el pozo comenzo a desistir. Pero el que había caido último, persistía y continuaba saltando en busca de la cima. El tercer sapo continuaba gritando: ¡Qué pena! Ustedes no lo van a conseguir... Y el segundo sapito estaba dándose por vencido, mientras aquel sapo, el último en caer, seguía y seguía tranquilo y ahora cada vez más con más fuerza.
Llegando el final del día los sapitos habían muerto en el pozo, menos ese sapito que curiosamente, en contra de todos, seguía y seguía, hasta que por fin pudo salir con todo su esfuerzo.
Pero ¿cómo había conseguido concluir saliendo?, el sapito ¡Era sordo! y había creido que lo que hacia el sapo que gritaba era alentarlos.
Siempre, lo que declaramos, trae muerte, o vida. Seamos responsables. Declaremos positivo
El segundo sapo que ya estaba en el pozo comenzo a desistir. Pero el que había caido último, persistía y continuaba saltando en busca de la cima. El tercer sapo continuaba gritando: ¡Qué pena! Ustedes no lo van a conseguir... Y el segundo sapito estaba dándose por vencido, mientras aquel sapo, el último en caer, seguía y seguía tranquilo y ahora cada vez más con más fuerza.
Llegando el final del día los sapitos habían muerto en el pozo, menos ese sapito que curiosamente, en contra de todos, seguía y seguía, hasta que por fin pudo salir con todo su esfuerzo.
Pero ¿cómo había conseguido concluir saliendo?, el sapito ¡Era sordo! y había creido que lo que hacia el sapo que gritaba era alentarlos.
Siempre, lo que declaramos, trae muerte, o vida. Seamos responsables. Declaremos positivo
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