.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Destituyentes (hacia una patria soberana)

Kirchnerismo y deuda externa JUAN MANUEL LUCAS
Link: http://www.izquierdanacional.org/soclat/articulos/kirchnerismo_y_deuda_externa/

Desde la consabida estrategia de traducir toda claudicación nacional como una auténtica epopeya de liberación, el gobierno nacional anunció la enésima reapertura del canje de deuda para, en este caso, lograr un acuerdo con el Club de París. Si sus adláteres mediáticos pueden vender esta operación como un sucedáneo a la toma de la bastilla, basta escuchar a Marcó del Pont o a Boudou para reconocer los ejes que impulsan a la vanguardia intelectual neodesarrollista del gobierno: el “desendeudamiento” no constituye precisamente una política orientada a la liberación nacional, sino la más “razonable” de las alternativas para reintroducir a la Argentina en el sistema financiero global.

Es que si el desarrollismo fue la ideología espontánea de las burguesías industriales semicoloniales ahogadas por la recuperación imperialista durante la segunda postguerra, el neodesarrollismo no es más que el universo simbólico en que se mueve la burguesía trasnacionalizada de los, así llamados por la hipocresía imperialista, “países emergentes”. En el caso argentino, la posibilidad de adjetivar a ésta última como “nacional” sólo cabe en la cabeza progresista de un cagantintismo anacrónico que ni siquiera convence a los más lúcidos referentes de la CGT, dispuestos a concretizar la participación de los trabajadores en las súper ganancias de las grandes patronales.

Con la excusa de reabrir los mercados internacionales de crédito para sostener el “modelo productivo”, los “neodesarrollistas” han ratificado una histórica política de sumisión nacional ante el capital financiero que desnuda sin rodeos el carácter corporativo, cipayo y antipopular de un empresariado que no duda en comparar la apertura de los libros contables y la participación de los asalariados en la rentabilidad de los núcleos más concentrados del capital con la fantasmagórica aparición de soviets criollos en tránsito hacia la socialización de los medios de producción. Los casi 150.000 millones de pesos que el presupuesto 2011 destina al pago de la deuda, sin considerar las próximas imposiciones del Club de París, se degluten casi el 40% del total de gastos estimados, multiplicando por seis el presupuesto de educación y casi por veinte el destinado a la salud pública. Hela aquí, en todo su esplendor, la política sostenida por la burguesía “nacional “.

Que estos guarismos puedan festejarse en tono de patriada evidencia un triple triunfo de las fuerzas antinacionales en relación a la deuda externa, siempre pospuesta por dicotomías que, en definitiva, no ofrecen más que las alternativas a las que puede acceder un régimen semicolonial: desde la antigua “democracia o dictadura” a la hegemónica “neoliberalismo o neodesarrollismo”, las zonceras alfonsinistas o kirchneristas han fijado los ejes discursivos y simbólicos de una política que en su continuidad histórica no está dispuesta a sacudirse las rémoras de la dependencia. Los estudios del Foro Argentino de la deuda externa son reveladores en este último sentido: “…la Administración Kirchner sigue pagando Deuda Externa con Reservas del Banco Central (BCRA), es decir, con Activos Financieros del Estado, así como en la Década menemista del ´90 se pagaba con Activos Físicos (Empresas Públicas)…”.

Sin embargo, la lucha ideológica transita actualmente por inusitados andariveles. Todavía no han hecho su aparición los concienzudos macaneos de la intelectualidad k y los profesionales del apoyo crítico para comprender de qué manera las relaciones de fuerza impiden tomar un rumbo de liberación nacional considerando a un gobierno que está en el pico de su aprobación pública y que cuenta con el masivo apoyo de amplios sectores sociales frente a una oposición estéril e incapaz de constituirse como alternativa de gobierno. No han hecho su aparición tampoco las complejas e intrincadas explicaciones que permitirán comprender porqué este artículo es funcional a la “derecha”, los “monopolios” y/o los “destituyentes”, confusos espantajos entre los que, claro está, no figura el benemérito Club de París.

Qué es el Club de París

  El Club de París es un foro de acreedores oficiales y países deudores, cuya función es coordinar formas de pago y renegociación de deudas externas de los países e instituciones de préstamo.

  Está integrado por Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, EE. UU., España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Japón, Noruega, Rusia, Países Bajos, Reino Unido, Suecia, y Suiza, países acreedores permanentes.

  En algún momento participaron como deudores Argentina, Abu Dhabi, Brasil, Corea del Sur, Israel, Angola, Kuwait, Marruecos, México, Nueva Zelandia, Portugal, Trinidad y Tobago y Turquía.
El Club de París tiene varios principios: las decisiones se toman caso a caso, de acuerdo a la situación del país deudor, y siempre son por consenso; tienen carácter condicional y se trata con países que necesitan reestructurar su deuda e implementar reformas para resolver problemas de pago. En la práctica esto significa que debe haber un préstamo o programa de reprogramación previamente aprobado por FMI.

  Otro punto importante es la igualdad de tratamiento entre los acreedores. Ningún país deudor puede dar un tratamiento desfavorable a otro acreedor con el cual se llegado a un consenso en el Club de París.

Las reuniones se efectúan en París 10 a 11 veces al año entre sesiones de renegociación, análisis de deuda o aspectos metodológicos. El Presidente de las sesiones es un alto funcionario de dirección de la Tesorería de Francia. El Copresidente y Vicepresidente son también funcionarios de la Tesorería de Francia.

Con un acuerdo con el Club de París, la Argentina busca recomponer plenamente sus relaciones con el mundo financiero internacional, luego de que este año normalizara un 93% de su deuda soberana en 2001-2002, cuando la economía del país colapsó.

El gobierno ha reiterado en numerosas ocasiones y a través de distintos voceros que la principal conquista alcanzada es que el Fondo Monetario Internacional no participe en el acuerdo.

“Lo principal es que habremos resuelto la principal herencia de 2001, que es la cuestión del default, que fue en gran medida solucionado con los acreedores privados y que ahora estaría solucionado con las agencias oficiales y los países reunidos en torno al Club de París”, señaló Lorenzino, secretario de Finanzas.

En un paper al que accedió Tiempo, el gobierno explica que el futuro acuerdo con el organismo permitirá “aislar a los fondos buitres y mejorar la relación con los países acreedores”.

Además, distintos economistas han destacado que permitiría promover un mayor flujo de inversiones provenientes de los sectores privados de las naciones acreedoras. En este marco, la Argentina espera conseguir fondos frescos a tasas inferiores al 7% para financiar proyectos de inversión relacionados con la obra pública. Por ahora, el objetivo principal del gobierno es avanzar en la negociación con el propósito de demostrar que quiere seguir profundizando la política de desendeudamiento.

No hay comentarios: