La ONU legitima el control demográfico de los pobres porque comen y no producen. El aborto como medida para el desarrollo de los países pobres no es eliminar la pobreza, es eliminar al pobre. La impolítica de “muerto el perro se acabó la rabia” es inaceptable e incompatible con los derechos fundamentales del ser humano y con la razón más elemental.
El control de la natalidad y, después, la planificación familiar tuvieron sus raíces en el siglo XVIII, cuando Malthus postuló su teoría de que los alimentos crecerían en progresión aritmética y la población en progresión geométrica, lo cual llevó a los países industrializados a preocuparse de la llamada «explosión demográfica».
Ya en los años treinta del siglo pasado, el planteamiento antinatalista ganó apoyo en la opinión pública norteamericana, lo que derivó en la constitución de la Birth Control Federation of America en 1939, que en 1942 cambió su nombre por el de Planned Parenthood Federation of America, IPPF, la cual propagó controles de la natalidad con el ideal protestante y liberal de la familia planifi cada. Después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la política de control de la natalidad se convirtió en parte central de la política de seguridad de los intereses norteamericanos. Hacia fi nes de los años cincuenta, el gobierno norteamericano y las agencias mundiales de financiamiento instaron a los países de África, Asia y América Latina a tomar medidas de control del crecimiento de la población.
En 1965, una Oficina de Población fue formalmente establecida como parte de la Alianza para el Progreso (En su discurso inaugural del 20 de enero de 1961, el nuevo presidente, John F. Kennedy, propuso a sus compatriotas una “lucha contra los enemigos comunes de la Humanidad: la tiranía, la miseria, la enfermedad y la guerra”. América Latina recibiría en esa lucha una atención excepcional.) y fue considerada como la principal innovación en materia de asistencia extranjera.
En diciembre de 1962 la Asamblea General de las Naciones Unidas abordó específicamente la relación entre población y desarrollo económico. Aunque las delegaciones participantes reconocieron la vinculación entre estas dos variables, el artículo que habilitada a la ONU para brindar asistencia técnica a iniciativas cuyo objetivo fuera controlar el crecimiento demográfico fue rechazado por varios países y debió ser debatido y votado en una comisión especial. Recién en 1966, luego de vencer muchas resistencias, la Asamblea fue autorizada a otorgar su ayuda a los Estados que la solicitaran. Uno de los países que se habían opuesto fue Argentina.[1] Esta postura ya podía advertirse en declaraciones anteriores de nuestros delegados. Por ejemplo, en 1960 Mario Amadeo, representante permanente del gobierno en la ONU, había señalado que el problema de la llamada “explosión demográfica” no se solucionaba con “propuestas biológicas” sino “económicas”. Para él no se trataba de una cuestión de “carencias” sino de un problema de “distribución”.[2] Un año antes, en octubre de 1959, Argentina había planteando la necesidad de incluir en la Declaración de los Derechos del Niño la defensa del “derecho a la vida, desde el momento de su concepción”, intentando incorporar expresamente los derechos del niño por nacer y, de esta manera, su rechazo al aborto. Este proyecto que había presentado el consejero argentino José María Ruda, y que era compartido con Afganistán, Brasil, España, Italia y Uruguay, finalmente no prosperó y la declaración proclamada por la Asamblea General en su resolución 1386 (XIV) del 20 de noviembre de 1959, reconoció los derechos del niño “desde su nacimiento”..
Mientras se sucedían los encuentros internacionales y regionales, y se creaban nuevos organismos, la cuestión demográfica seguía ganando espacio en el ámbito académico internacional. La vanguardia de los estudios demográficos se trasladó de Francia a los Estados Unidos, más precisamente a la Universidad de Princeton. El grupo de trabajo que allí se formó otorgó al proceso de modernización y a sus aspectos económicos un lugar preponderante, considerando las tendencias demográficas en función del progreso. Uno de los líderes de ese equipo fue Frank Notestein, reconocido como el iniciador de la “teoría de la transición demográfica” a mediados de los años ’40.[30] En 1964, reactualizando sus reflexiones a las necesidades de su tiempo, consideró que el desarrollo socioeconómico, la educación y la prosperidad permitirían reducir la tasa de natalidad al estimular la anticoncepción. Notestein entendía que la fecundidad sólo podría comenzar a disminuir una vez que los factores de control, antes preponderantemente ubicados en las instituciones, hubieran pasado a la esfera de la opción racional de las parejas.
Aunque más tarde otros trabajos criticaron la confianza puesta en estas motivaciones, demostrando cómo en determinadas sociedades una alta fecundidad podía ser racional en términos económicos y la importancia que tenían las ideologías, mentalidades y las tradiciones en cada contexto, la tesis de Notestein legitimó la premisa que presentaba el aumento de las tasas de natalidad como producto de comportamientos “irracionales”.[31] Esa asociación sirvió para dar un aval científico a los estigmas que desde el centro se imponían a los países periféricos y su población social y económicamente marginada, con un adjetivo que parecía adecuarse bien para las mujeres, acusadas de ser las principales responsables del boom demográfico, que no pocas veces a lo largo de la Historia habían sido asociadas con la falta de raciocinio, lo instintivo e insensato.
Ahora bien, las presiones para ejercer un control de la natalidad lanzadas desde el “Primer mundo” resultan innegables. Cuando el presidente norteamericano Lyndon B. Johnson, en ocasión del 20º aniversario de las Naciones Unidas, en junio de 1965, destacó los beneficios de gastar 5 dólares en el control de la población frente a los 100 que deberían invertirse en su crecimiento económico.
En América Latina las discusiones e intervenciones se anclaron en una lógica diferente, con sus países preocupados por la defensa de su soberanía y las consecuencias del subdesarrollo. En 1967 la Organización de Estados Americanos, la Organización Panamericana de la Salud, el Consejo de Población y el Aspen Institute for Humanistic Studies organizaron una reunión en Caracas, Venezuela. Allí los representantes gubernamentales manifestaron la preocupación por los altos índices de abortos inducidos -una de las principales causas de mortalidad femenina en la Región- la desnutrición infantil, la ruptura de los vínculos familiares -por ejemplo, los varones que “abrumados” por la responsabilidad de sostener una familia numerosa optaban por abandonarla- y el crecimiento de la delincuencia juvenil como corolario de todos estos problemas. Este escenario impulsó la aceptación de los programas de planificación familiar, aunque no dejó de advertirse la necesidad de vincular las variables demográficas con otras, encarar estudios más profundos sobre el tema y alentar el diseño de políticas que no atentaran contra la soberanía de cada nación.
Finalizando la década del sesenta, Finalmente, en 1969 todas las recomendaciones y políticas de población diseñadas por la ONU fueron centralizadas en el Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA), creado por iniciativa de Robert Mc Namara, ex secretario de Defensa norteamericano (1961-1968) y en ese entonces presidente del Banco Mundial (1968–1981), datos biográficos que, por supuesto, no pasaron desapercibidos para los promotores, ni para los detractores del nuevo organismo. A partir de los años ’70, el papel de las Naciones Unidas cobraría un nuevo protagonismo, con la realización de conferencias mundiales abocadas al tema de la población y la promoción de las mujeres, ya no sólo con contenidos académicos sino con propuestas y recomendaciones políticas concretas., en 1969, la ONU declaró al año 1974 el año demográfico mundial.
Las ideas sobre la población y planificación familiar en Argentina: dilemas de un país a contramanoDurante los años sesenta, en Buenos Aires, tuvieron lugar una serie de transformaciones sociales y culturales que pusieron de manifiesto el impacto de la modernización económica. La juventud pasó a ocupar el centro de la escena con un protagonismo para muchos inquietante, mientras la vida cultural entraba en ebullición con la renovación estética propuesta por las vanguardias artísticas y el deslumbrante crecimiento de la industria editorial. Fueron tiempos de utopías y rebeliones que encontraron límites y resistencias. La caída del gobierno peronista, en 1955, inauguró una etapa de inestabilidad institucional, que continuaría hasta la recuperación democrática a comienzos de la década de 1980, dominada por la influencia de las Fuerzas Armadas y niveles de violencia política cada vez más elevados.
En la vida cotidiana se redefinieron los lazos interpersonales, cambió la indumentaria junto con las normas de etiqueta urbana y se aflojaron las rígidas estructuras jerárquicas al interior de las familias.[45] También las relaciones de cortejo y noviazgo se modificaron, se volvieron más libres y flexibles mediante la incorporación del sistema de citas que permitía el encuentro a solas, lejos del control de los padres, estimulando un conocimiento más profundo del otro. Las aspiraciones materiales –“el casado casa quiere”- y los deseos de cierta realización personal previa fueron retrasando el matrimonio, facilitando las oportunidades para experimentar distintas formas de estimulación sexual o, directamente, consumar las “relaciones prematrimoniales” sin que estas fueran, en todos los casos, la antesala de un casamiento. Así fue como las nuevas prácticas y estructuras familiares, que podían ya evidenciarse durante los años ’50, en la década de 1960 tomaron una dimensión única, con la progresiva extensión de las uniones consensuales y las uniones de prueba, la cada vez más aprovechada posibilidad de divorcio (no vincular aún), nuevos modelos de masculinidad y feminidad, y la extensión de la planificación de los nacimientos, apoyada en la segunda revolución anticonceptiva.
Esto no implica pensar que todos los sectores sociales, estratos educativos, niveles profesionales y grupos residenciales se vieran afectados por igual. Quienes incorporaron con más rapidez a su vida cotidiana estos cambios fueron los sectores medios, al acceder más fácilmente a nuevas prácticas de sociabilidad y consumo, gracias a una inserción favorable en el nuevo esquema económico. A su vez, este proceso era típico de las grandes ciudades y especialmente notorio en Buenos Aires. Muchas de estas transformaciones fueron objeto de intervención pública, especialmente durante el período de la Revolución Argentina a cargo del general Juan Carlos Onganía (1966-1970), aunque la represión cultural y las campañas de moralización, así como la represión política, no fueron características exclusivas de su gestión. Lo cierto es que el discurso en defensa de la “sociedad cristiana y occidental” actuó como telón de fondo de los cambios sociales y culturales que antes detallamos y si bien colocaron escollos, no pudieron detener un proceso de transformación que llevó, entre otras cosas, a que la planificación familiar y el uso de los métodos anticonceptivos modernos se extendiera y agudizara así uno de los “males” que supuestamente amenazaban al país.
Hacia fines de la década del ‘60 los debates intelectuales locales giraron sobre las consecuencias del afán de modernización posperonista y la necesidad de revitalizar una posición nacionalista, ante las consecuencias negativas de la extranjerización económica y cultural. Tal como sostiene Oscar Terán, en estos años se fue dando un giro desde la teoría de la modernización a la teoría de la dependencia, que colocaba el eje del problema no tanto en el desarrollo técnico sino en la cuestión política y la necesidad de liberarse del imperialismo.[49] En este contexto, el Instituto Torcuato Di Tella (ITDT), un centro de avanzada en términos artísticos y académicos, organizó el Simposio sobre política de población para la Argentina, con el objetivo de dar cuenta de los avances de investigación en este campo y colaborar con la redacción de una política demográfica para el país.
El Simposio se realizó en la sede de Florida 936 del ITDT, entre el 4 y 8 de noviembre de 1969, bajo la responsabilidad de la demógrafa Ana María Rothman y el sociólogo Mario Robirosa, representantes del Centro de Investigaciones Sociales (CIS) y del Centro de Estudios Urbano Regionales (CEUR) del ITDT, respectivamente.[50] Para el evento se convocó a un grupo selecto de investigadores en demografía, economía, sociología, salud y administración pública, y a responsables de organismos públicos relevantes que estuvieran abocados al diseño y la implementación de políticas con efectos demográficos “para discutir las metas, las condiciones y estrategias para la implantación de una política nacional de población que esté en función del desarrollo de nuestro país”.
Varios de los trabajos se refirieron a los fenómenos migratorios internos, sus consecuencias en la estructura social y económica del país, la relación entre las variables de población y desarrollo, los vínculos de las políticas demográficas con el sector de la salud, los debates sobre estas cuestiones a lo largo de la historia argentina y los obstáculos que habían impedido el diseño de una política de población nacional.[53] Evidentemente, el problema de la escasa población fue uno de los principales temas a discutir. En su presentación, Roberto Marcenaro Boutell, director de la Oficina Sectorial de Desarrollo de Recursos Humanos del Ministerio del Interior, planteó una serie de medidas que podían servir para aumentar la natalidad: subsidios por matrimonio, maternidad y nacimiento, asignaciones familiares “realmente compensatorias”, una política fiscal y crediticia especial, y planes de vivienda, salud y educación para las familias. Además, para revertir la caída demográfica instaba a disminuir la mortalidad infantil y fomentar la inmigración de los países vecinos y de otros hispanoamericanos, aplicando algún criterio de selección combinado con programas de capacitación. A tono con la época, también advertía sobre el problema de la distribución de la población y sus implicancias para la seguridad nacional.
Aunque el tema del control de la natalidad estuvo presente en casi todas las ponencias, fue el foco principal en tres de ellas. Juan Carlos Lerda, demógrafo del CELADE, sostuvo una dura crítica a la aplicación irrestricta de planes de control de la natalidad en los países subdesarrollados. El Estado debía vigilar estas actividades y llegado el caso suprimir a las instituciones que, en la práctica, funcionaban como filiales de la Federación Internacional de Planificación de la Familia (IPPF).[55] Según Lerda, la planificación familiar en la Región no se fomentaba en tanto ejercicio de un derecho humano sino como respuesta al fracaso de los programas de desarrollo. El accionar de estos grupos antinatalistas seguía casi siempre un mismo itinerario: de la actividad privada con financiamiento internacional, pasaban a formar parte de los programas oficiales. Para evitar que se llegara a esta situación, el Estado debía estar atento y vigilar estas actividades aquí desarrolladas por la Asociación Argentina de Protección Familiar (AAPF), que era parte de la red de la IPPF. [56]
Angel Fucaraccio, economista del CELADE y del Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES-CEPAL), se abocó a develar el error de considerar que una disminución de la natalidad permitiría elevar el nivel de ahorro y de inversión.[57] Sus cálculos demostraban que se trataba de un argumento falaz puesto que los sectores de mayor fecundidad correspondían a los grupos sociales con menor nivel de ingresos y por eso, con menor capacidad de ahorro. Para Fucaraccio, el control de la natalidad se promovía para evitar desbordes sociales e impedir el crecimiento de una masa de la población que, presionando por mejores niveles de vida, pudiera poner en peligro el orden social y económico vigente.
El trabajo de Ana María Rothman presentaba el caso de la planificación familiar en los países socialistas.[58] En un recorrido histórico mostraba las diferentes políticas que se habían implementado en relación al control de la fecundidad y el aborto en las distintas etapas del proceso revolucionario. Aprobación y rechazo, legalización y condena habían sido conductas posibles en un sistema que temía tanto por su falta de población como por su exceso. Este escenario le servía a Rothman para argumentar a favor del diseño de políticas que tuvieran en cuenta las situaciones particulares, el planteo de soluciones concretas a problemas concretos, contenidas dentro de un sistema de planificación mayor que apuntara al desarrollo económico y social.
Angel Fucaraccio, economista del CELADE y del Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES-CEPAL), se abocó a develar el error de considerar que una disminución de la natalidad permitiría elevar el nivel de ahorro y de inversión.[57] Sus cálculos demostraban que se trataba de un argumento falaz puesto que los sectores de mayor fecundidad correspondían a los grupos sociales con menor nivel de ingresos y por eso, con menor capacidad de ahorro. Para Fucaraccio, el control de la natalidad se promovía para evitar desbordes sociales e impedir el crecimiento de una masa de la población que, presionando por mejores niveles de vida, pudiera poner en peligro el orden social y económico vigente.
El trabajo de Ana María Rothman presentaba el caso de la planificación familiar en los países socialistas.[58] En un recorrido histórico mostraba las diferentes políticas que se habían implementado en relación al control de la fecundidad y el aborto en las distintas etapas del proceso revolucionario. Aprobación y rechazo, legalización y condena habían sido conductas posibles en un sistema que temía tanto por su falta de población como por su exceso. Este escenario le servía a Rothman para argumentar a favor del diseño de políticas que tuvieran en cuenta las situaciones particulares, el planteo de soluciones concretas a problemas concretos, contenidas dentro de un sistema de planificación mayor que apuntara al desarrollo económico y social.
Para cumplir con el objetivo principal del Simposio y poder elaborar un documento de base para el diseño de una política pública y programas de investigación, se dedicó un tiempo importante a la elaboración de las conclusiones. La principal fue que la política de población no podía basarse únicamente en el control o no de la natalidad y que ésta debía ser competencia de los Estados y de sus gobiernos en pleno uso de su soberanía.[59] A su vez, esta política debía estar referida a un medio social y a un proyecto nacional concreto, atenta a objetivos de cooperación regional con otros países latinoamericanos, e integrada en los objetivos de desarrollo y la política económico-social local.
Asimismo, se consideraba necesario elaborar un diagnóstico de la situación poblacional del país para conocer con mayor profundidad algunas de las características que lo diferenciaban del resto de América Latina, por ejemplo: la disminución de la fecundidad, la caída de la inmigración extranjera, la concentración poblacional en la región pampeana y en algunas áreas urbanas, el desequilibrio económico regional y las situaciones de “colonialismo interno”. Por otra parte, se remarcaba la necesidad de frenar la emigración continua de técnicos, científicos y mano de obra calificada diseñando un plan de desarrollo que los contuviera. Todas estas situaciones llevaban a afirmar que la introducción y extensión de campañas de control de la natalidad resultaban negativas; lo que debía ponerse en práctica eran acciones para proteger la fecundidad de las familias, reducir la mortalidad infantil y el aborto, cuestión paradójica si se piensa que uno de los argumentos más corrientes de quienes defendían la planificación familiar era presentarla como “profilaxis” de esta práctica.
También se impulsaba el diseño de un plan de distribución espacial dinamizador de las regiones y una política de fomento a la inmigración extranjera, especialmente, de los países limítrofes y de otros latinoamericanos. Estas conclusiones trataban de inscribirse en un escenario realista: sus propuestas sólo serían viables si se lograba un mejor nivel nutricional de la población, políticas de pleno empleo, una distribución más equitativa del ingreso, planes educativos orientados a la capacitación para el desarrollo y una nueva estructura de valores que permitiera apreciar estos cambios. Finalmente, se señalaba la necesidad de encarar y financiar investigaciones sobre las variables demográficas y sus relaciones con el contexto socio-económico, para facilitar la formulación de un diagnóstico del país en su conjunto y de cada una de las regiones que lo componían.
Asimismo, se consideraba necesario elaborar un diagnóstico de la situación poblacional del país para conocer con mayor profundidad algunas de las características que lo diferenciaban del resto de América Latina, por ejemplo: la disminución de la fecundidad, la caída de la inmigración extranjera, la concentración poblacional en la región pampeana y en algunas áreas urbanas, el desequilibrio económico regional y las situaciones de “colonialismo interno”. Por otra parte, se remarcaba la necesidad de frenar la emigración continua de técnicos, científicos y mano de obra calificada diseñando un plan de desarrollo que los contuviera. Todas estas situaciones llevaban a afirmar que la introducción y extensión de campañas de control de la natalidad resultaban negativas; lo que debía ponerse en práctica eran acciones para proteger la fecundidad de las familias, reducir la mortalidad infantil y el aborto, cuestión paradójica si se piensa que uno de los argumentos más corrientes de quienes defendían la planificación familiar era presentarla como “profilaxis” de esta práctica.
También se impulsaba el diseño de un plan de distribución espacial dinamizador de las regiones y una política de fomento a la inmigración extranjera, especialmente, de los países limítrofes y de otros latinoamericanos. Estas conclusiones trataban de inscribirse en un escenario realista: sus propuestas sólo serían viables si se lograba un mejor nivel nutricional de la población, políticas de pleno empleo, una distribución más equitativa del ingreso, planes educativos orientados a la capacitación para el desarrollo y una nueva estructura de valores que permitiera apreciar estos cambios. Finalmente, se señalaba la necesidad de encarar y financiar investigaciones sobre las variables demográficas y sus relaciones con el contexto socio-económico, para facilitar la formulación de un diagnóstico del país en su conjunto y de cada una de las regiones que lo componían.
Para la derecha latinoamericana el control de la natalidad hacía peligrar las bases de un ejército numeroso y los cimientos de un nacionalismo cultural, nuevamente amenazado por las fuerzas de Calibán, además de ser un atentado a los valores católicos, especialmente después del anuncio de Humanae Vitae. Para la izquierda, una población numerosa era condición necesaria para el éxito de la revolución y los programas de planificación familiar una imposición imperialista.
A pesar de los rechazos, la planificación familiar se extendió en la práctica, crecieron los centros de atención privados y también en los hospitales públicos, se difundieron los nuevos métodos anticonceptivos y la prensa instaló el tema de la anticoncepción como una consecuencia ineludible de la modernización de las costumbres y las transformaciones en las relaciones de género, sin dejar de lado las referencias geopolíticas ni religiosas.
Fue recién cuando el peronismo volvió al poder que se intentó fomentar los nacimientos de manera coercitiva, al prohibir la venta libre de anticonceptivos y las actividades que tuvieran como fin el control de la natalidad en organismos y dependencias públicas. Por primera vez en la historia de las políticas públicas del país, la preocupación por la caída demográfica pasaba a formar parte de un plan de gobierno y comenzaba una nueva etapa en la historia de las políticas demográficas y un difícil camino para el ejercicio del derecho a la planificación familiar. Link
En los organismos políticos internacionales:
El FNUAP (o FNUP, Fondo de las Naciones Unidas para Actividades en materia de Población), hace una promoción directa del aborto (por ejemplo, financiando “kits” abortivos de aspiración uterina y píldoras abortivas), pero no se queda ahí, además colabora abiertamente con la política china de abortos forzados. La directora ejecutiva del FNUAP desde enero de 2001, Thouraya Obaid, ha alabado los éxitos de China en la limitación del crecimiento demográfico y afirma que se han llevado a cabo gracias a la cooperación activa y fructífera con el gobierno chino. Esta cooperación, según declaraba a un medio de información, está principalmente referida a la planificación familiar y a la investigación y producción de instrumentos contraceptivos. Por si fuera poco, el FNUAP comparte sus locales con la Oficina de Planificación Familiar China, motivo por el cual Gran Bretaña y Canadá se han planteado retirar la financiación al FNUAP. La cuestión llegó hasta el punto de provocar que el gobierno estadounidense, pese a los desmentidos de Thouraya Obaid, haya retirado los fondos destinados a este organismo para promover políticas de abortos forzados en China: "No queremos gastar el dinero de la ciudadanía norteamericana en programas de aborto y esterilización forzada, como los que tiene China, financiados por los recursos que recibe el Fondo de Población de Naciones Unidas", aseguraba en el 2002 el portavoz del departamento de Estado, Richard Boucher.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) distribuye en el Tercer Mundo productos abortivos (vacuna anti-embarazo y píldora abortiva RU 486, denunciada por colectivos feministas por sus efectos negativos sobre la mujer) llegando incluso a despreciar leyes locales y en algunas ocasiones con el pretexto de vacunación anti-tetánica.
El ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados) publicó en 1999, en colaboración con la OMS, el FNUAP y algunas ONGs, un “Manual de campo sobre la salud reproductiva en las situaciones de refugiados” (Inter-Agency Field Manual on Reproductive Health in Refugee Situation), donde se hace propaganda a favor de la esterilización, del aborto y de diversos productos abortivos: píldora anticonceptiva con progestágenos (o “mini-píldora”), contraceptivos inyectables (Depoprovera), implantaciones subcutáneas (Norplant) y de la espiral abortiva (DIU).
UNICEF también colabora con la FNUAP en la promoción del aborto, bien difundiendo una mentalidad favorable al aborto (producción de series televisivas pro-aborto en Nigeria, campañas de educación sexual en El Salvador, campañas pro aborto junto a entidades como el IPPF o el Population Council), bien promoviendo directamente abortos (distribución de DIUs y drogas abortivas en China y Pakistán; contracepción abortiva en Kenia, Malawi, Jamaica, Cabo Verde, Nepal, Bangladesh; etc.).
También hay otras organizaciones internacionales que son cómplices del aborto a escala internacional como la FAO, el PNUD y la OIT. Esta última, la Organización Internacional del Trabajo, publicó en 1976 un programa titulado “Organización de la Planificación Familiar en los Servicios Médicos de Empresa” que realiza una insistente propaganda abortista. Ya en un debate de 1966, un delegado de UNICEF declaró : "No sería bueno para UNICEF que desatendiera su mandato de salvar niños, y se dedicara a actividades orientadas a impedirles nacer”.
En la Unión Europea:
En el marco de la Unión Europea destaca el reciente informe Sandbaek, en el que se solicita ayuda comunitaria para programas de “salud reproductiva y sexual” en los países pobres por un valor de 73’95 millones de euros (unos 12.350 millones de pesetas) para el periodo 2003-2006.
Por tanto, es necesario denunciar que los fondos de la UE están siendo utilizados para financiar esta práctica genocida a escala internacional, dado que la “salud reproductiva” es el eufemismo de la “interrupción voluntaria del embarazo”, ente otras cosas.
En las ONGs:
Pero junto al dinero público, que procede de nuestras contribuciones, también el que ingresamos en algunas ONGDs sirve a destinos abortistas sin que lo sepamos, incluso en los aparentemente inocuos apadrinamientos solidarios (pues el dinero no va directamente al niño apadrinado sino a proyectos de desarrollo de su comunidad, por lo que a veces se incluyen en estos proyectos abortos y campañas para su difusión ideológica). Se trata de ONGDs que conciben el aborto como desarrollo, aunque su labor sea encomiable en otras facetas de sus actividades. Por ello, aconsejamos desde aquí que se informen adecuadamente de los destinos de sus donaciones o bien que ingresen sus donaciones en ONGDs que no colaboren en actividades abortistas en alguna asociaciones pro vida.
Es de destacar también la IPPF (Federación Internacional de Planificación de la Familia, o en inglés, “International Planned Parenthood Federation”), la gran multinacional del aborto, fundada a mediados de siglo en Estados Unidos a partir de una clínica abortiva. Tiene una poderosísima influencia en la ONU. En su página web señala como enlaces de interés relacionados con la “salud reproductiva” a Amnistía Internacional, ACNUR, Cruz Roja, Médicos del Mundo y Medicus Mundi, entre otras.
En las empresas y fundaciones privadas:
También hay empresas y organizaciones privadas internacionales que apoyan abiertamente el aborto como Microsoft, CNN, al Fundación Rockefeller, la Fundación Ford...Link
La posición argentina en las tres Conferencias Mundiales de Población.
Susana Novick (*) PROLOGO
Susana Novick (*) PROLOGO
En este trabajo realizamos una descripción y posterior análisis de las posturas que los diferentes gobiernos nacionales presentaron a las tres Conferencias Mundiales sobre Población realizadas durante los últimos veinte años: Bucarest (1974), México (1984) y El Cairo (1994). Un análisis comparativo de los documentos oficiales elaborados en ocasión de estos eventos internacionales,
colocados en el contexto histórico en el que aparecen, nos permitirán comprender la evolución observada en este específico tema.
Varias circunstancias nos motivaron la realización de esta investigación. En primer término consideramos que habíamos alcanzado una cierta comprensión acerca de las políticas de población elaboradas, en el orden interno, por los diferentes gobiernos sucedidos en el país desde fines del siglo pasado (NOVICK, 1992); pero no nos habíamos interrogado acerca del comportamiento de esos mismos gobiernos en la esfera internacional. Por otra parte, es evidente la importancia creciente que los organismos internacionales han ido adquiriendo, desde las últimas décadas, en la formulación de las políticas internas de cada país; y la temática demográfica o poblacional, no escapa a esta tendencia general. Asimismo, nuestra exploración bibliográfica nos mostraba que existía una laguna de conocimiento en relación a nuestros interrogantes, a pesar de haber encontrado bibliografía extranjera que comentaba la actuación de nuestro país en las Conferencias Mundiales.
(*) Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Investigadora del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales “Gino Germani” (UBA). Una versión preliminar de este trabajo se presentó a las III Jornadas de Estudios de Población, Santa Rosa, La Pampa, 10 al 12 de octubre de 1995. Resulta hoy imprescindible un conocimiento más global de las políticas de población, dado que puede observarse un proceso de cambio y nuevos límites a la clásica “soberanía nacional” para la toma de decisiones en aspectos importantes como lo económico, los problemas ambientales y también el movimiento de personas. Si a estos factores le sumamos el hecho de la existencia de inédita documentación elaborada por los diferentes gobiernos – informes internos- que no habían sido aún analizados, creemos que resulta legitimada nuestra labor. Las fuentes recopiladas para el estudio las hemos dividido en tres grupos:
a)documentos elaborados por los gobiernos en ocasión de dichas reuniones; b)discursos pronunciados por funcionarios del gobierno; y c)noticias o información gráfica aparecidas en la prensa local, referidas a las reuniones. Sin embargo, debemos advertir a los lectores, que la importancia de las reuniones que pretendemos analizar no se agota en el estudio de las fuentes recopiladas, recortadas de un universo muchísimo más vasto constituído por el flujo de discursos producidos. Asimismo, no hemos podido medir los efectos de dichos acontecimientos en la sociedad argentina en general, y en la evolución de nuestra dinámica demográfica en particular; así como la influencia de sus resoluciones en la concreta formulación de políticas poblacionales estatales. Finalmente, es necesario agregar que el análisis no ha sido exhaustivo, pues un texto ofrece siempre múltiples lecturas. Link
a)documentos elaborados por los gobiernos en ocasión de dichas reuniones; b)discursos pronunciados por funcionarios del gobierno; y c)noticias o información gráfica aparecidas en la prensa local, referidas a las reuniones. Sin embargo, debemos advertir a los lectores, que la importancia de las reuniones que pretendemos analizar no se agota en el estudio de las fuentes recopiladas, recortadas de un universo muchísimo más vasto constituído por el flujo de discursos producidos. Asimismo, no hemos podido medir los efectos de dichos acontecimientos en la sociedad argentina en general, y en la evolución de nuestra dinámica demográfica en particular; así como la influencia de sus resoluciones en la concreta formulación de políticas poblacionales estatales. Finalmente, es necesario agregar que el análisis no ha sido exhaustivo, pues un texto ofrece siempre múltiples lecturas. Link
EL GOBIERNO KIRCHNERISTA SUPERA LAS EXPECTATIVAS DE LA “CULTURA DE LA MUERTE” Septiembre 4, 2009 | Por actitud-jovenesprovida
En el cumplimiento del Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD) y los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) el Gobierno kirchnerista superó las expectativas del Fondo de Población, “en algunos casos, ha planteado y alcanzado objetivos más exigentes que los fijados internacionalmente”.
En la última reunión que realizó la Banca de la Mujer del Senado con las organizaciones integrantes del Consejo Consultivo; Eleonor Faur, Oficial de Enlace del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Argentina, se refirió al “CIPD" (la CIPD se realizó en Cairo en 1994).
El informe presenta una selección de acciones claves desarrolladas en el período 2004-2009 dirigidas a avanzar en el cumplimiento del Programa de Acción de la CIPD y los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). El Programa de Acción de la CIPD y los ODM son armas de las Naciones Unidas para imponer un orden social anticristiano que tiene entre sus ejes los “derechos sexuales y reproductivos”, es decir, distribución de anticonceptivos; aborto -químico o quirúrgico-; esterilizaciones; desaparición de la patria potestad; abolición de la objeción de conciencia; etc.
Tras analizar tres campos temáticos (1. Migración internacional, 2. Derechos reproductivos y acceso universal a la salud reproductiva y 3. Igualdad de género y empoderamiento de las mujeres) el informe concluye que el Gobierno argentino no sólo cumple con las metas fijadas por la CIPD y los ODM, sino que “en algunos casos, ha planteado y alcanzado objetivos más exigentes que los fijados internacionalmente”. “Se han registrado avances significativos en la formulación e implementación de políticas públicas” y se sancionaron “leyes que representan hitos irreversibles” en materia de salud sexual y reproductiva. “Hace menos de una década el escenario actual resultaba difícil de imaginar”, afirma.
Control de población: Paradójicamente, en un país con tan pocos habitantes por km2, el informe exalta que casi el 80% de las argentinas sexualmente iniciadas están utilizando en este momento un método anticonceptivo y que el 93% lo ha usado alguna vez. Celebra también la resolución ministerial Nº 232/2007 que incorporó las “píldoras del día después” a los métodos anticonceptivos provistos por el Ministerio de Salud y la ley 26.130 que legalizó las esterilizaciones quirúrgicas.
Con respecto al aborto estiman –en base a cifras publicadas por el Ministerio de Salud en el 2006- que en el país se asesina, aproximadamente, al 40% de los niños por nacer.
El informe evidencia las deficiencias sanitarias de algunas provincias “la situación de la mortalidad materna en las diferentes provincias es sumamente desigual. Las provincias con peores indicadores socioeconómicos presentan una razón de mortalidad materna tres veces superiores al promedio nacional”; no obstante, en lugar de reclamar la mejora sanitaria pone el énfasis en la atención pos-aborto, con asesoramiento e insumos anticonceptivos.
Conviene subrayar que las más agresivas y poderosas instituciones que promueven el control natal en América Latina y en el mundo fueron fundadas por importantes miembros de la Sociedad Eugenésica Americana.
En estos últimos 40 años el neodarwinismo ha sido llevado a su máxima expresión por medio de un agresivo neomalthusianismo, no entendido como disciplina demográfica, sino como expresión de un eugenismo brutal que pretende que el mundo sólo puede ser ocupado por seres humanos «útiles», quienes pueden y deben eliminar a los considerados «inservibles». Esta ideología se aplica entre seres individuales, grupos sociales y, más aún, entre naciones. Por supuesto, los fuertes se lo aplican a los débiles, para que no quede duda que se trata de un remozado y fortalecido darwinismo, hoy..........., la persecución de los más pobres.-
En estos últimos 40 años el neodarwinismo ha sido llevado a su máxima expresión por medio de un agresivo neomalthusianismo, no entendido como disciplina demográfica, sino como expresión de un eugenismo brutal que pretende que el mundo sólo puede ser ocupado por seres humanos «útiles», quienes pueden y deben eliminar a los considerados «inservibles». Esta ideología se aplica entre seres individuales, grupos sociales y, más aún, entre naciones. Por supuesto, los fuertes se lo aplican a los débiles, para que no quede duda que se trata de un remozado y fortalecido darwinismo, hoy..........., la persecución de los más pobres.-
3 comentarios:
Las mujeres que mueren todos los años por la ilegalizacion de la interrupocion del emvbarazo te agradecen esta nota pedorra y que no tiene nada que ver , parece que no te importa la salud publica . Hay 100 mil abortos por año en Argentina y eso no lo fija una ley . El tema esta en defemnder la libertad de la mujer para decidir sobre su cuerpo , ni el estado ni nadie puede apropiarse del cuerpo de la mujer , cada mujer debe ser libre de decidir si quiere abortar o no y obvio que lo importante es la educacion sexual y evitar el embarazo no deseado .
Vos sos de izquierda y te pones al lado de la iglesia de mierda ?
En lo referente a las mujeres pobres que abortan, la solución no es inducirlas al aborto sino a mejorar las distribución del ingreso, y a políticas de seguridad social que la contengan y ayuden( La mujer que aborta pide ayuda , no aborto). Cabe agregar que ningún médicos o científicos serio diría jamás en la actualidad que el feto no esconde una vida con una identidad propia y separada a la madre y al padre. Creo en Cristo profundamente ¿vos no?...Dios te ama de igual modo, y eso paso antes de que tu nacieras.¿bueno no?, por eso nos estamos comunicando. Saludos Javier, y sea bienvenido a este blog !!!!
No creo que haya nadie que induzca al aborto porque nadie quiere abortos , pero los abortos existen aunque muchos prefieren ignorar el tema . Encima tenes a la mismisima mierda que es la iglesia que traba siempre la distribucion de poastillas y preservativos , impide que se apliquye la ley de salud reproductiva y encima pretenden imponer sus ideas retrogradas a toda la sociedad .
Lo que debe hacer el estado es reconocer la realidad y legalizar el abortopara que los que quieran abortar lo hagan pero en condiciones de asepsia.
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