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viernes, 31 de octubre de 2008

THINK-TANK.
Los que piensan por ellos


De pronto, no se sabe por qué conjunción astral o tal vez debido a misteriosas fuerzas o intereses, empieza la gente a encontrarse en los medios de comunicación una expresión, una locución, muy repetida, traída y llevada. Su significado se intuye vagamente. En esa vaguedad intuitiva queda flotando la expresión, a no ser que la semilla caiga en una mente obsesiva. Un cierto grado de obsesión debe formar parte del análisis crítico. Asegura que esas expresiones, a veces islotes emergentes de tierras sumergidas, no se vayan a perder en la nada etérea, sino que pasen a ser indagadas y situadas en su verdadero contexto.
Así, algunos ciudadanos y ciudadanas de este país hemos leído últimamente varias veces una expresión anglosajona que antes no conocíamos: THINK-TANK. Leemos también que el gobierno formado por Bush en EEUU cuenta con miembros de prestigiosos "think-tank". Aquí empiezan nuestras suspicacias. Como sabemos de qué color se le pone la mano a Bush de tanto firmar ejecuciones, y qué idea tiene de la política exterior, y también de las políticas interiores, ya vamos pensando que esto del "think-tank", aunque suene a juego infantil, a campanillas o a juego de palabras de la Alicia de Carrol, no puede ser nada bueno.
Luego nos enteramos de que el Círculo de Empresarios, tan celebrado últimamente en los medios por sus ideas acerca de la natalidad y las contribuciones económicas de las trabajadoras, además de por otras perlas negras que casi han pasado desapercibidas, dado lo llamativo de esa declaración que acaparó la atención general, es también un "think-tank".

TANK:
1. "A large container for holding liquid or gas"
2. "A military vehicle covered with armour and equipped whith wheapons which moves along an metal tracks fitted over the wheels"

Esto va bien, o sea, mal. Bien para unos pocos, mal para el inmenso resto. Aparece en la primera acepción la palabras "liquid" o "gas". Aparece la milicia en la segunda acepción. Según ella, un "tank" es un tanque en nuestra lengua. Todos sabemos lo que son los tanques y para qué sirven. Respecto a los líquidos o los gases, pueden ser cosas buenas o malas, según de qué estén hechos y según para qué se usen. Para calentar nuestros alimentos o para gasear gentes inocentes. Para beber o para contaminar. Pero mucho nos tememos que en este caso, unido a "think" y viniendo de quien viene, tengamos que inclinarnos por las opciones menos tranquilizadoras.

Unida esta palabra, bien como gas o líquido, bien como arma destructora, a "think", arroja un resultado inquietante. El pensamiento, la más alta cualidad humana, se une a la destrucción. "Tanque de pensamiento", un tanque formado por ideas para arrollar, chafar, destruir, aterrorizar. O bien, un montón de ideas pestilentes y letales, en forma líquida o gaseosa, contenidas y comprimidas en un enorme tanque. De esto último puede resultar o bien una terrible explosión (sería el totalitarismo mercantilista ultraliberal, con sus antecedentes y secuelas de miseria humana), o una insidiosa espita que va dejando escapar el "gas de las ideas" poco a poco, con mesura, sin anuncios ni declaraciones previas, sin alarmar a las víctimas, aunque el resultado final sería el mismo: el totalitarismo mercantilista ultraliberal. Ellos le llaman globalización. Parece más exacto llamarle totalitarismo. Eso es, a eso tiende.
Pero todo esto son elucubraciones. Quizás la obsesión, saludable para la crítica, se convierte sin advertirlo en paranoia.

Lo mejor sería dejar a un lado este agorero discurso y seguir con la investigación.

El mismo diccionario de inglés, como buen diccionario, también contempla en sus entradas las palabras compuestas y las locuciones. Aparece, por tanto, la expresión completa "think-tank" con su sentido nuevo y figurado: "A group of experts who are gathered together by a organization, especially by a governement, in order to consider various problems and try and work out to solve them". Con esto se deshace la ingenuidad primera que podría tener alguien en que parecería que un "think-tank" es algo así como un club privado de golf intelectual sin demasiado peso, que los asociados pensaban para entretenerse, como en una divertida lluvia de ideas a ver qué pasa y qué sale. Ahora, sin embargo, empezamos a hilar. Aquí los paisanos y paisanas creíamos que las maravillosas ideas políticas y sociales de nuestro gobierno eran propias, que emanaban y pasaban a la práctica desde esos cráneos privilegiados a los que tantísimos Argentinos votaron en su momento. Pues no es así. Los cráneos privilegiados, la materia gris, está en ese club de golfistas intelectuales. Los señores del gobierno son los simples ejecutores de las jugadas que planean los del Círculo de Empresarios generadores de aquel gas o líquido maloliente que se les escapó sin querer y antes de tiempo

Todo esto tiene mucho de "think" convertido en "tank". Es decir, sacando conclusiones, que el Círculo diseña los planos y el Gobierno construye la máquina destructiva. El Círculo de Empresarios almacena y el Gobierno de la Nación va soltando la espita. "Ustedes planifiquen y piensen, que nosotros, previo globo sonda o a la chita callando, haremos realidad sus magníficas ideas". Y cada día somos más pobres, cada días somos más precarios, incluso intelectualmente. Nos atropellan, nos arrollan, nos chafan, y no nos aterrorizan porque lo hacen con mesura, poco a poco, sin alarmar a las víctimas. Los tanques, sin embargo, están en reserva, por si acaso.

Los ciudadanos y ciudadanas ignoran lo que se les viene encima, aunque noten los efectos como una pequeña enfermedad molesta, sin verdadera conciencia del mal que se desarrolla a sus espaldas. No lo notarán en toda su crudeza hasta que todo esté hecho, todo consumado. ¿Tendra .........un tink-tank detrás de sus actuaciones políticas? Posiblemente sí.

No faltará, sin embargo, gente obsesiva que se ponga al análisis de todo, deteniéndose quizás en el peligroso borde de la paranoia. Amargos y doloridos, mirando las víctimas ya caídas en torno, recordamos que nunca hubo quien escuchara los augurios de los obsesivos. Siguen siendo los mismos los que analizan. Siguen siendo los mismos los que no escuchan. Siguen siendo los mismos los que pagan los desaguisados. Y ellos, los "think-tank", también siguen siendo los mismos.

Argentina

Como muchos viejos edificios cercanos al Congreso, el que se levanta en Callao 25 -cuyo subsuelo, dicen, fue una de las sedes preparatorias de la Revolución Libertadora-, siempre se alquiló a organizaciones relacionadas con la inclinación social prevaleciente en el barrio, la política.
No sorprende que los inquilinos del primer piso hayan cambiado de una época a otra. Lo notable ha sido la elocuencia de esos cambios. En los setenta, el primer piso estaba ocupado por los Montoneros. Pero en los noventa ya no se apoyaban ametralladoras sobre el escritorio principal sino los lentes de un político humanista, el democristiano Carlos Auyero, que había instalado allí una fundación destinada a mixturar la vida partidaria con el debate intelectual. Siempre consagrado a la política, el mismo piso ahora luce más moderno, impecable, sin vestigio partidario alguno. Si no fuera por el ruido que se cuela desde Callao de los colectivos 60, pasaría por un instituto de posgrado de una universidad californiana. O, quién sabe, por las oficinas de una apacible fundación de ayuda al Tercer Mundo con ventanas al Rin. Entre sobrios tabiques vidriados, con temperatura ideal y ambiente de concentración, se ve a dos docenas de jóvenes de ambos sexos, acaso en un rango de 22 a 32 años, sentados frente a computadoras. La mayoría son profesionales de ciencias sociales. Varios se graduaron en el país, se perfeccionaron en el exterior y volvieron. ¿Su tarea? Estudiar un problema de orden público -municipal, provincial o nacional, de salud, política fiscal o del área educativa- y hallarle una solución. Algo de eso augura el nombre del lugar, que no parece pensado para rimar en una tribuna proselitista: Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
La metáfora no podía ser más perfecta: donde estaban los devotos de la "acción directa" (así se definía la guerrilla), entre las mismas paredes que luego se usaron para repensar la política desde ella misma, ahora hay un think tank. Es decir, una organización no gubernamental que aspira a abastecer de ideas a funcionarios públicos o prepara equipos para aplicarlas. ¿De cualquier color? ¿Gobierne quien gobierne? Se habla de ideas. En estos tiempos y lugares no está bien visto usar la palabra ideología. "Cuando el Cippec tiene que hacer un trabajo para resolver el problema de los turnos de madrugada de un hospital provincial -dice el director ejecutivo Nicolás Ducoté, master en políticas públicas de Harvard- no interesa si el gobernante con el que se trabaja es del PJ o de la UCR."

Fuera del antecedente del Instituto Di Tella, de memorable perfil sociológico, en general los think tanks se dedicaron durante un buen tiempo sólo a la economía, materia a la que siempre se percibió como más técnica que política. Luego se extendieron hacia otros campos. El derrame ocurrió cuando se empezó a hablar de la reforma del Estado y floreció en consonancia con dos novedades. Una fue la aceptación corriente de que los grandes problemas argentinos no están restringidos a la economía. La otra, el desprestigio de los políticos y sus métodos.

En rigor, quien busque dentro de los partidos oficinas así -materia gris con forma de gabinetes de estudio de soluciones aplicadas desde el Estado- probablemente se frustre. Los empobrecidos locales partidarios, escasos en computadoras, a menudo decorados con retratos escolares de Perón y Evita, de Yrigoyen, o incluso del presidente contemporáneo, por lo general dan reparo a quienes ejercitan la política en forma tradicional, forma más cercana a la empresa de persuadir a terceros que a la de instalar equipos ajenos a la estridencia y a la sonrisa impostada, de los que se encierran el tiempo que haga falta para sacar cuentas realistas sobre determinado aspecto de una gestión estatal inminente.

Estudio de la Universidad de Filadelfia destacan el trabajo de los think tanks nacionales: Cippec y CARI, entre los mejores dentro de América latina

No es por su soja, ni por el dulce de leche, ni siquiera por la tristemente célebre viveza criolla. La Argentina se destaca en el nivel mundial por el número y la calidad de sus think tanks o usinas de ideas.
Según un estudio realizado por la Universidad de Filadelfia, en la Argentina funcionan dos de las cinco mejores usinas de ideas políticas de América latina. Además, es el país con más think tanks en la región y se encuentra octavo en el nivel mundial.El estudio de la Universidad de Filadelfia las define en particular como "organizaciones de investigación, análisis e implementación de políticas públicas", productoras de materiales que permiten a las sociedades estar más informadas a la hora de tomar decisiones.
El trabajo contiene las conclusiones de un proyecto a cargo del profesor James McGannSegún el estudio, las organizaciones argentinas Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) y Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) son dos de los cinco mejores think tanks de América latina., director del Programa Think Tanks y Sociedad Civil de esa universidad, que tiene como objetivo identificar a los mejores think tanks del mundo y elaborar un listado por región.
Completan la lista la Fundación Getulio Vargas, de Brasil; el Instituto Apoyo, de Perú, y la organización Libertad y Desarrollo, de Chile.
De los 5080 think tanks que existen en todo el mundo, 408 (el 8,03 por ciento) se encuentran en América latina, pero 100 de ellos funcionan en la Argentina. Con ese número, el país ocupa el octavo lugar en el nivel mundial y el primer puesto de la región, seguido por Brasil, con 38 think tanks , y Chile, con 30.

"McGann es el académico que más trabaja el tema en el mundo, y el ranking se elaboró preguntando a todos los think tanks y a referentes de opinión internacional cuáles eran las organizaciones más influyentes fuera de Estados Unidos".
"Es un premio a una nueva generación, porque el Cippec, con sólo 7 años de vida, está integrado por jóvenes", contó Ducote.
Con otro perfil, desde hace casi 30 años (los cumplirá en junio) el CARI es un lugar de discusión de política internacional donde participan diplomáticos, académicos y políticos. "Nuestra agenda varía de acuerdo con la agenda mundial", explicó José María Lladós, secretario académico del CARI, en ausencia de su presidente, el ex canciller Adalberto Rodríguez Giavarini.

El estudio menciona otros siete think tanks locales: Instituto Torcuato di Tella (ITDT), Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal), Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes), Fundación Atlas y Fundación Libertad.

Ideas que surgen de oficinas futuristas

Si hay un think tank que no se parece en nada a una usina política tradicional ése es el Grupo Unidos del Sud, que hasta diciembre, cuando tenía en sus filas a Mauricio Macri, se llamaba Fundación Creer y Crecer. Por empezar está en Las Cañitas, lejos de los centros de toma de decisiones (siempre que entre ellos no se incluyan los restaurantes de moda). Al pasar la puerta de calle uno todavía cree que entró en una casa chorizo reciclada donde lo esperan convencionales oficinas con escritorios. No se sabe por qué, pero por algo, el gran reloj electrónico que hay en la pared del hall se esmera en contar hasta las centésimas de segundo y la CNN en inglés proyectada sobre un importante vidrio esmerilado entretiene al visitante. De pronto, alguien apoya una tarjeta magnética en el lugar preciso, el vidrio esmerilado se desplaza a gran velocidad y las personas se precipitan dentro de un sorpresivo búnker futurista.

Es una enorme planta abierta con iluminación de nave espacial. Decenas de monitores de computadoras dispuestos en flores de cuatro pétalos regularmente esparcidas magnetizan a puñados de jóvenes trajeados y mujeres en general esbeltas. ¿Todos ellos están pensando políticas de Estado para la Argentina?, se pellizca, lineal, el visitante. Sí: no es el cuartel general del agente de Cipol ni la escenografía de la última película de James Bond..

"En verdad nos definimos como un ` do tank ´", dice el inspirador y único sponsor Francisco de Narváez, inquieto empresario nacido en Bogotá hace 50 años y nacionalizado argentino, cuya fortuna personal, según es público, deriva de la oportuna venta de Casa Tía. De Narváez quiere subrayar que el espíritu, aquí, contrasta con el de otras organizaciones porque es de hacedores antes que de pensadores. Grupo Unidos del Sud se presenta como una institución política que cuenta con más de 200 profesionales que trabajan en la elaboración de planes de gobierno y en la conformación de equipos con "vocación de gestión"..

De Narváez no sólo es el único presidente de un think tank -o do tank - que lleva grabado en el cuello un ideograma chino con la palabra crisis. También es el único que cuando alude a la esperanza de que sus equipos sean convocados por un gobierno se refiere con toda naturalidad a un gobierno justicialista.

Ultimamente, los think tanks han ganado fama por ocuparse de hacer entendible -para periodistas y ciudadanos- el proyecto de ley sobre el presupuesto nacional. Luego, monitorean su ejecución. Elaboran papers académicos con asesores de comunicación y los difunden entre los medios y los tomadores de decisiones. A la hora de autodefinirse hablan de "instalar debates" y posicionar ideas. Los políticos son convocados a participar en sus workshops y charlas. En otros casos, como ocurre en Unidos del Sud, el think tank del empresario Francisco De Narváez, sus técnicos participan, junto con legisladores, en las comisiones en el Congreso y ayudan en el armado de proyectos de ley.

"Somos hacedores; no hacemos planteos inviables, y además no le tememos a las reglas de la política", deja en claro su director, Gustavo Ferrari. La ONG de De Narváez, ahora candidato en las listas duhaldistas del PJ bonaerense, tiene una particularidad: funciona las 24 horas. "Hay algunos técnicos que trabajan de madrugada", confirma Ferrari.
Trabaja en la elaboración de programas nacionales y locales y -punto que comparte con el resto- no cobra por el asesoramiento que ofrece a legisladores, funcionarios, candidatos o partidos.


Una lista de think tanks argentinos:

La Fundación Libertad , que está ligada –a través de la “Red Libertad”- a los principales “tanques de pensamiento” de la derecha como IDEA, FIEL, CEMA y el Grupo Sophia

FIEL, la Mediterránea y el CEMA se consideran think tanks tradicionales, ligados al ideario neoliberal, a caballo del nuevo milenio tomaron vuelo otros, más ligados a la centroizquierda o las demandas de la nueva política. Tal es el caso de Cippec, Pent, el grupo Fénix, la Facultad Latinoamericana de Estudios Sociales (Flacso), el Grupo Unidos del Sud (GUS), o Sophia

Una lista de think tanks norteamericanos

Es extensísima, así que entre los más influyentes señalamos la Rand Corporation que depende del Departamento de Defensa y tiene casi mil empleados; el American Interprise Institute, al que algunos llaman el cerebro de Bush; The Center for Strategic and International Studies, The Center for Security Policy y particularmente la Fundación Proyecto para el Nuevo Siglo Americano, de la que han salido importantes miembros del equipo de Bush, como Rumsfeld, Perle y Wolfowitz.

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