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lunes, 15 de marzo de 2010

Para el Gobierno, "todos los salarios han subido más que los precios"

15 de marzo de 2010 FALACIAS DEL PODER

Lo aseguró la viceministra de trabajo, Noemí Rial, al ser consultada sobre los efectos de la inflación en el poder adquisitivo de los sueldos

Para el Gobierno, la inflación no se muestra como un problema sobre el poder adquisitivo de los trabajadores. En ese sentido, la viceministra de Trabajo, Noemí Rial, indicó hoy que "todos los salarios han crecido" y ninguno se encuentra "ni en la misma línea ni por debajo del crecimiento de los precios".

A tono con el discurso oficial, que no habla de inflación sino de reacomodamientos y subas puntuales de precios, la viceministra dijo, en conversación con el canal América TV, lo que asegura "la consolidación del poder adquisitivo".

"Todos los años vaticinan dificultades en la negociación paritaria. Todos los salarios han crecido, aunque no todos en la misma proporción", agregó la viceministra.

Además, Rial informó que están encaminadas las negociaciones con el sector de los bancarios y abiertas las discusiones con la Unión Obrera Metalúrgica (UOM).
LAS VERDADES DETRAS DEL VERSO

De la bonanza del “modelo kirchnerista” comenzamos a caminar su fundamento, su dinámica inmanente: pobreza estructural, bajos salarios y desigualdad social.
Primero, la economía argentina se encuentra fuertemente integrada al ciclo del capital a escala global. La cúpula capitalista está fuertemente trasnacionalizada en todas las ramas de la producción. Esto se manifiesta, en parte, en que el 80% de las exportaciones y un tercio de las importaciones son generadas directamente por estos capitales. Por otra parte, la fuerte inserción en el ciclo del capital internacional se expresa en que las exportaciones totales del país representan el 24,6% del PBI en 2007 (frente al 10,4% en 1998); las importaciones pasaron del 12,9% al 20,3% en ese período. Esta fuerte integración no es una integración simétrica con los países desarrollados sino una articulación profundamente asimétrica. Por un lado, las exportaciones son fundamentalmente de productos primarios o manufacturas de productos primarios, que representaban en 2007 el 56,8% del total (sin grandes cambios en relación a 1998: 58,1%). Desde el punto de vista de las importaciones, la mayor parte se concentra en insumos y medios de producción (76,2% en 2007, en comparación al 76,5% de 1998). Segundo, desde el punto de vista de la circulación del valor la estructura distributiva de la producción argentina se presenta en un esquema de demanda final con notables cambios. Esos cambios son el reflejo de las transformaciones estructurales que ha atravesado la Argentina y que han consolidado un patrón de valorización basado en la superexplotación del trabajo y acumulación extrovertida. Esto se manifiesta en un ingreso familiar que para la mayor parte de los trabajadores y trabajadoras no alcanza a cubrir la canasta familiar, o siquiera la canasta básica. En la actualidad, como señalamos antes, con tasas de desocupación por debajo del 8% de la población económicamente activa, todavía hay aproximadamente un tercio de los hogares bajo la línea de la pobreza y un 80% de los mismos con ingresos inferiores a la canasta familiar (que a medidos de 2008 representaba aproximadamente 3500 pesos por mes).
Tipo de cambio real y superexplotación laboral
Debido a la inserción periférica en el ciclo internacional del capital, la valorización del mismo al interior del territorio argentino se encuentra apuntalada en una competitividad internacional (tipo de cambio real elevado) que se sostiene en la superexplotación del trabajo.
Teniendo en cuenta que el tipo de cambio real depende de la relación entre las productividades relativas y los salarios reales relativos entre los espacios nacionales de valor (Féliz, 2008; Shaikh, 1991) si la productividad no aumenta muy rápidamente, la competitividad tenderá a reducirse a menos que los salarios reales se estanquen relativamente. O si se quiere, si los trabajadores no pagan la mayor competitividad a través de mayor intensidad laboral y explotación, el capital exige que la ‘financien’ resignando parte de sus ingresos.[14]
La superexplotación del trabajo se manifiesta en la necesidad política de intentar sostener los salarios en el sector privado creciendo no más que la productividad y en niveles por debajo de la canasta básica a una proporción importante de las familias trabajadoras. Luego de 5 años en que el PBI ha crecido en términos reales más de un 50%, más ¼ de la población todavía es pobre.
Los costos laborales unitarios reales deben caer en relación al resto del mundo, si desea sostenerse el tipo de cambio real (tcr). Si los salarios reales en el sector privado aumentan más que la productividad, la rentabilidad del capital se reduce y con ella cae la competitividad internacional de los sectores que compiten con importaciones o exportan mercancías industriales.

En la experiencia reciente del país, luego del salto en la competitividad producto de la devaluación nominal (que redujo los salarios reales), el tipo de cambio real se ha apreciado sostenidamente debido a que los costos laborales reales unitarios subieron sostenidamente desde 2003.

En el caso de Argentina, la evidencia de un proceso expansivo, basado en la explotación ‘potenciada’ de los bienes naturales y la fuerza de trabajo, auspicia una tendencia expansiva, y ese es el reverso de la presente falacia del poder.

INFLACIÓN

El poder adquisitivo se erosiona y crece la amenaza de conflictos por salarios. La suba de los productos de la canasta básica golpea con fuerza en el bolsillo del trabajador
El poder adquisitivo de los argentinos es erosionado por el avance de los precios y, en el inicio de las paritarias, la inflación amenaza con ser el detonante de conflictos laborales entre los gremios más radicalizados y las empresas.
Comer carne y verduras, enviar a un chico a la escuela, viajar en auto, mirar TV por cable, atenderse en una clínica privada, alquilar una vivienda y pagar expensas, entre otras, son cuentas que este año oprimirán fuertemente los bolsillos de los argentinos.
Los ajustes de principios de 2010 -casi inesperados en algunos casos- afectaron principalmente a los alimentos y bebidas, los productos que mayor representación tienen en el gasto mensual de los sectores económicamente más vulnerables.
Ahora, el Gobierno descarta subas en los servicios públicos y sostiene que los incrementos ya registrados responden a causas estacionales y confía en que los precios se reacomodarán hacia fines de este mes, cuando la oferta de productos -como la carne y algunas verduras- mejore.
Pero los comerciantes y especialistas ponen en dudas la teoría oficial y si bien reconocen que podría darse una leve disminución de precios replican que los valores quedarán altos porque los sectores productivos no asimilarían una baja considerable.
En medio de la polémica, algunas ramas de la actividad económica aprovecharon la escalada de otros sectores para ajustar sus precios, por lo que la suba se sintió más generalizada y recayó sobre el bolsillo de todos los argentinos.
Sobre ese escenario y tras un 2009 en el que la conflictividad laboral fue protagonista por las suspensiones y despidos que provocó la crisis, los empresarios temen de volver a esa situación pero los trabajadores necesitan sostener el poder de compra.
Los reclamos de aumento salarial se ubican entre un 20 y un 33 por ciento y las patronales -con la Unión Industrial a la cabeza- sostienen que no están en condiciones de perforar el techo del 15 por ciento, por lo que la diferencia es sustancial y será clave en las definiciones.
El incremento del costo de vida real habría rozado el 3 por ciento en febrero y continuaría con su escalada en los próximos meses, por lo que la plana mayor del empresariado insistirá en su reclamo por un plan antiinflacionario oficial urgente que frene los ajustes.
Estimaciones privadas como la de Economía & Regiones dicen que los precios de los alimentos subieron hasta un 8,5 por ciento en febrero, con un 12,5 por ciento en la carne.
Otros sectores, como el de esparcimiento, también registraron subas de entre un 15 y un 25 por ciento por cuestiones estacionales y debido a la gran demanda que generó el aluvión turístico que recorrió el país durante enero y febrero.
Analistas de la Buenos Aires City, que dirige Graciela Bevacqua, afirman en tanto que "todo alza golpea el bolsillo" y estiman que la inflación crece a un acelerado ritmo del 40 por ciento anual.
La medicina prepaga aumentó un 8 por ciento a fines de febrero; el servicio de TV por cable subió hasta un 15; y la canasta escolar reflejó incrementos de hasta el 40 por ciento en el inicio del ciclo lectivo.
Las cuotas de los colegios privados se incrementarían un 18 por ciento antes de mayo y el precios de las cocheras y estacionamientos en las principales ciudades del país se dispararán un 30 por ciento este mes.
Los seguros de autos subieron un 20 por ciento en lo que va del año y se reajustarían después de julio, mientras que los combustibles escalaron 14 por ciento y serían un 20 por ciento más caros a fin de año, respecto de 2009.
El avance de la inflación en los productos y servicios ejerce fuertes presiones sobre el costo de los alquileres, por lo que las inmobiliarias y los propietarios ya renegocian los contratos con sus inquilinos con subas del 20 por ciento.
A su vez, una suba en los alquileres y el aumento salarial para los encargados de edificios desembocará en un alza de entre el 15 y 18 por ciento en las expensas. http://www.cta.org.ar/base/IMG/pdf/Debate_y_Trabajo_Nro._2.pdf http://www.josepaoli.com.ar/La_Pobreza_en_la_Estabilidad.doc http://www.mercado.com.ar/nota.php?id=363901 http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-39/los-limites-macroeconomicos-del-neo-desarrollismo http://www.selconsultores.com.ar/newsletter/julio-2009.pdf

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