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domingo, 17 de mayo de 2009

¿No es esto felicidad?

Me permito robarme la frase que titula esta entrada, del blog de mis queridos amigos fonderos , que se no solo no se van a enojar sino que como yo, se identifican con las palabras que cito a continuación. Un texto que describe de una forma casi exacta mis pretenciones de felicidad, y lo mejor de todo absolutamente posibles. Quizas tengamos un par de “diferencias” con el Sr.Lin Yutang en detalles, pero debo admitir que soy una persona mas que afortunada dado que ya he logrado buena parte de estos objetivos, (tal vez haya perdido algunos, otros aún esten pendientes) pero puedo decir que tuve y tengo los esenciales.
“He aquí las cosas que me harían feliz. No deseo otras. Quiero un cuarto propio donde poder trabajar. Un cuarto ni particularmente limpio ni ordenado… sino confortable, íntimo y familiar. Con una atmósfera llena de humo y el olor de viejos volúmenes y de incontables olores… Quiero trajes decentes que haya usado por algún tiempo y un par de zapatos viejos. Quiero una ducha en verano y un buen fuego con leños en invierno. Quiero un hogar donde poder ser yo mismo. Quiero algunos buenos amigos que sean tan familiares como la vida misma; amigos con los que no haya necesidad de ser cortés y que me cuenten todas sus dificultades, las matrimoniales y las demás; amigos capaces de citar a Aristóteles y de contar cuentos subidos de color; amigos que sean espiritualmente ricos y que puedan hablar de obscenidades y de filosofía con el mismo candor; amigos que tengan aficiones y opiniones definidas sobre las cosas, que tengan sus creencias y respeten las mías….
Quiero una buena biblioteca, buenos cigarros y una mujer que me comprenda y me deje libertad para hacer mi trabajo. Quiero libertad para ser yo mismo”. Lin Yutang
“La dura realidad es una desoladora confusión de hermosos ideales y torpes realizaciones, pero siempre habrá algunos empecinados, héroes, santos y artistas, que en sus vidas y en sus obras alcanzan pedazos del Absoluto, que nos ayudan a soportar las repugnantes relatividades.”
Ernesto Sabato (Antes del fin, 1999

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