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miércoles, 15 de octubre de 2008

Diferencia entre pobres y ricos: HOY

Lunes 13 de Octubre de 2008
Obama presentó su plan de rescate para la clase media


El candidato demócrata ofreció en Toledo, Ohio, un "gran" discurso en el que informó su paquete "de rescate económico para la clase media" de los EEUU. Exhortó al Capitolio a aprobarlo "inemdiatamente"

El candidato presidencial demócrata de los Estados Unidos, Barack Obama, brindó un "importante" discurso delineando su plan de rescate económico a las 14:30 hora argentina.

"Tenemos que actuar en este momento, aprobando un plan de rescate para la clase media, y debemos hacerlo no en 5 años, sino en este momento" manifestó Barack Obama ante una multitud, para luego detallar las propuestas de campaña.

"Reformare el código tributario para hacerlo justo, para que el 95% de los trabajadores obtengan un recorte impositivo, bajaré el costo de la pensión para la salud, invirtiendo la atención preventiva, dando la oportunidad a las personas de tener el mismo seguro de la salud que el Congreso norteamericano" afirmó el candidato demócrata.

Kirchner y la clase media argentina, por J. Natanson
Por José Natanson, Página/12

La construcción de una enorme clase media baja es una de las grandes conquistas sociales del kirchnerismo. Se trata de un sector amplio y heterogéneo pero frágil como una orquídea, que vive en constante peligro: las turbulencias financieras de la última semana –y la posibilidad de que deriven en restricciones presupuestarias–, la subestimación del impacto social que genera la inflación y un eventual repliegue del Estado, por más mínimo que sea, pueden golpear duramente este grupo social hipervulnerable, al que el Gobierno debería proteger como uno sus grandes capitales políticos.

En ascenso

Las clases sociales no son ya, contra lo que piensan los marxistas rústicos, actores monolíticos, sino universos variopintos en los que conviven diferentes trayectorias y experiencias. La clase media baja es ese amplio grupo de personas que no pueden ser calificadas de pobres en el sentido clásico pero que tampoco forman parte de los estratos más altos de la clase media: pequeños comerciantes suburbanos, cuentapropistas de calificación media tipo plomeros o gasistas, empleados industriales con convenio, trabajadores con ingresos bajos pero sistemáticos, empleados de los rangos más bajos en el sector servicios…

Este enorme sector, que representa entre un 15 y 20 por ciento del total de la población, ha mejorado su situación de manera notable en los últimos años. En algunos casos se trata de integrantes de la clase media –los nuevos pobres– que habían caído en la pobreza durante la crisis y que lograron recuperarse muy trabajosamente; en otros, ciudadanos pobres beneficiados por el crecimiento económico.

Con tus propios ojos

Es fácil comprobar esta tendencia si uno mira con atención. El mejor indicio es la mutiplicación de los negocios orientados a los sectores de bajos ingresos. Algunos, como los supermercados Dia, Leader Price y Wal Mart, se han desarrollado mucho en la Argentina.

Hasta el crédito llega a las nuevas clases medias bajas. Un fenómeno que casi no se ve en la Capital Federal pero que hace furor en el interior del país son las tarjetas de crédito para personas no bancarizadas: Tarjeta Naranja y Provencred

Riesgos

A pesar de su crecimiento, su mayor capacidad de consumo y su renovada vitalidad, la clase media baja es un sector muy vulnerable a los ciclos económicos, al que cualquier mala noticia puede acercar al borde del abismo. Tal vez el mayor riesgo sea la inflación.El impacto más grave de la inflación no es económico sino social: como se ha dicho hasta el cansancio, cada punto estira la línea de pobreza y empuja a más familias de clase media baja a esta situación.

Es el Estado

Pero no se trata sólo de un problema de costo de vida, salarios y empleo. La pobreza no está vinculada solo al ingreso. El Estado juega un rol fundamental. La clase media baja es, junto a los “pobres puros”, el sector que más depende de la acción estatal. Si los excluidos viven desenganchados del sistema público, salvo quizá por algún plan social, y si las clases medias-altas y altas se limitan a exigir seguridad y –sobre todo en Buenos Aires– ofertas culturales, el último renglón de la clase media depende del Estado como del agua: manda a sus hijos a la escuela pública, se atiende en la obra social o el hospital, viaja apretujada en el colectivo y el tren.

Una eventual desinversión en salud y educación (áreas que dependen casi totalmente de las provincias, cuyas necesidades de financiamiento son cada vez mayores) o un recorte de los subsidios, combinados con el impacto de la inflación y el deterioro de la relación empleo-producto, conforman un cóctel peligrosísimo. La clase media baja ya ha empezado a sentirlo. Y es una lástima: se trata de un sector con pocas reservas que en los últimos años había logrado subir uno o dos tramos de la escala social y que –si no prima la convicción de que al menos se imponga la racionalidad– constituye uno de los pilares políticos más sólidos del Gobierno. Sería insensato arriesgarlo simplemente para no dar el brazo a torcer.

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